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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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martes, 15 de enero de 2013

IZQUIERDA E IZQUIERDA


IZQUIERDA E IZQUIERDA

Un sector de la izquierda no quiere un Estado que resista las presiones y los lobbies indebidos de las grandes empresas. Quiere más que eso, quiere un Estado en guerra contra las grandes empresas, ya no para desaparecerlas, porque los tiempos han cambiado, pero sí para recordarles quién manda. 
 
Es decir, la pretensión de lo épico es consustancial al izquierdismo arcaico. No le basta con que el Estado ponga reglas para que los actores económicos hagan lo suyo dentro del marco de las leyes. Eso es muy aburrido. El Estado tiene que...
atacar. El Estado requiere de enemigos. De esa manera se justifica su omnipotencia y abuso de poder. Para esos izquierdistas, la arbitrariedad no es un rasgo o estilo de gobierno. Es una política perfectamente legítima, aunque, claro, solo cuando ellos están al mando. Para este sector, el equilibrio de poderes y el Estado de derecho son conceptos extraños a los que no termina de acostumbrarse. Así, no es sorprendente escuchar a alguno de ellos, en una reunión académica sobre la democracia, preguntar, muy orondo: “¿Y qué pasa cuando el Estado de derecho es contrario a la voluntad popular?”.
 
Por eso es que personajes como Hugo Chávez les son irresistibles, más allá de que puedan objetar, muy tibiamente, una que otra de sus acciones. No importa entonces que, a lo largo de sus distintos viajes para tratarse de su mal, el líder venezolano se haya llevado en sus maletas  la función presidencial y haya gobernado ya no desde Caracas, sino desde La Habana. Es decir, no importa la hiper-personalización del poder en desmedro de la institucionalidad. En todo caso, se considera que es un tema de “estilo” que se puede o no criticar, pero que no es tan grave. Por supuesto, se destaca que el conductor de la “revolución bolivariana” ganó claramente la última elección presidencial, pero se oculta la aplastante desigualdad entre su candidatura, sostenida por el aparato estatal, y la otra.
 
Es imprescindible que quienes levanten la bandera de una izquierda moderna marquen claramente distancia de ese sector perdido en el tiempo.

Fuente: http://diario16.pe/noticia/21836-izquierda-e-izquierda

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