La empresa lo niega y ha denunciado al Estado ante el PJ y organismos internacionales. El Gobierno podría no renovarle la concesión.
La firma no cancela su deuda, por lo que el Estado condicionaría su contrato. (USI)
El primero de estos aspectos (la millonaria deuda tributaria) se conoció en el 2010 cuando el ente recaudador confirmó que los impuestos no pagados de la firma española ascendían a unos S/.2,000 millones. Posteriormente, Sunat haría una nueva acotación que engrosaría la cifra con otros S/.1,500 millones.
Según informe de IDL Reporteros, Telefónica negó aquella deuda y resolvió llevar el caso al Poder Judicial en marzo de 2011. Cuando el expediente pasó a la Tercera Fiscalía provincial en lo Civil de Lima, la fiscal determinó que la deuda debía reducirse en S/.971 millones. Es decir, una rebaja del 45%.
Ante la sorpresiva y abrupta decisión de la fiscal Rosanna Trillo a favor de Telefónica, la procuraduría del Ministerio de Economía planteó un recurso de nulidad. Ahora, el expediente está en manos del juez Carlos Cueva Anduviza, quien dictará sentencia el próximo 17 de noviembre.
Por si fuera poco, la investigación de IDL-R da cuenta de una demanda de Telefónica contra el Estado ante la CIADI, un organismo internacional encargado de resolver diferendos sobre inversiones.
RESPUESTA DEL ESTADO
Pese a las estrategias legales de Telefónica, el Estado habría respondido con una decisión firme: que no iba a ser amigable en las negociaciones para renovarle la concesión de telefonía móvil. Incluso, el embajador de España Javier Sandomingo le habría hecho conocer al presidente Ollanta Humala su preocupación por este problema. La respuesta del mandatario fue que la empresa tiene que pagar sus deudas tributarias con Sunat.
Según expertos, la puja de Telefónica por renovar sus contratos en el Perú es de vital importancia, pues sus negocios en Latinoamérica ayudan a equilibrar sus serios problemas financieros en Europa.
Este lío tendrá que resolverse antes de fin de año y tiene a la empresa española, de un lado, resistiéndose a pagar impuestos; y del otro, cruzando los dedos para renovar sus licencias. Solo resta esperar el desenlace.
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