Al menos cinco asaltos al día ocurren en taxis en la capital, muchos de ellos son ataques a mujeres a quienes no solo les arrebatan sus pertenencias, sino que también ultrajan sexualmente o matan. Ante este panorama nacen iniciativas cada vez más intrépidas, mujeres que dan la mano a otras mujeres y cuidan de ellas. Es así que nace Taxi Para Nosotras, una empresa de oportunidades que vale la pena conocer.
Taxi Para Nosotras sería una empresa más si no contara con la peculiaridad de tener mujeres al volante. El servicio está dirigido a niños, ancianos y féminas de toda edad. No hombres, porque aquí lo que se trata es evitar el miedo y la violencia ejercida por ese género, y que es tan común en nuestros días, sobre todo cuando una mujer viaja sola.
Claudia Mogrovejo es la creadora de...
esta novedosa empresa que inició sus labores hace dos años. Cuenta que a su amiga le robaron en la Vía Expresa, el taxista se estacionó pegado a la pared, la amenazó con una pistola y le quitó sus pertenencias. Luego la dejó ir, pero no a muchas les pasa, a otras les va mucho peor y no hay que usar mucha imaginación para saber qué les sucede.
Claudia tanteó el terreno como conductora antes de decidirse a abrir su propia empresa. No solo fueron motivos de seguridad, sino también de oportunidad para las mujeres. Su intención era dar empleo a quienes por distintos motivos no pudieron estudiar una carrera o necesitaban un ingreso adicional para sus hogares. Y entonces se decidió por brindar un servicio de taxi personalizado para un número reducido de clientes en el que se consideran primordiales la seriedad, la puntualidad y la confianza.
“Yo soy mamá y muchas veces he utilizado mi propio servicio para recoger a mis hijos. Tengo hijos chicos, de 8 y 7 años, y no mandaría a un hombre a recogerlos”, dice Claudia desde una silla de madera en la que se sentó hace 15 minutos para contestar las llamadas que ingresan sin cesar.
“El concepto de que la mujer trabaje era algo que a mí me motivaba, el poder ser protagonista de la empresa. Si yo voy a trabajar con mujeres, es mucho más seguro para ellas y para mí. La idea de esta empresa no es recogerte en 5 minutos, ni tener mil servicios al día, es brindar seguridad y acogida en el servicio de taxi, cuidar y acompañar, ofrecerle un buen servicio a esa población vulnerable. Nadie mejor que las mujeres para cuidar a las mujeres”, sostiene.
ENTERRANDO PREJUICIOS
Suena su Nextel. Una voz entrecortada por la otra línea, alargando las palabras, un tanto disforzada. Es una joven que va a sus clases preuniversitarias en la Universidad de Lima, pide que la recojan a las seis de la tarde. Brinda su dirección y Claudia le pide nombre y apellido. Cuelga. “Es en la punta del cerro”, dice y se ríe. Efectivamente, lo es. La chica vive en La Molina, tan arriba que no es fácil ni rápido llegar. Gajes del oficio.
La casa de Claudia en Surco funge de oficina. Ella es la dueña pero también la secretaria. La central de la empresa es el número de teléfono de su casa. Cuando las clientas llaman les promete garantía, y si no hay quien conduzca, ella misma agarra su auto y hace el servicio.
“Nuestras clientas nos llaman casi siempre por recomendación, no tenemos más que la página de Facebook porque no podemos masificar esto, no tenemos cobertura”, afirma. Cuando dice no tener cobertura se refiere a que le falta personal. No es fácil encontrar conductoras, aún las mujeres no superan los prejuicios sociales que intentan esquivar a diario. Hay algunas que no quieren que se enteren sus amigas, les da vergüenza. ¿Y qué de indigno tiene trabajar de taxista y ser mujer? Nada, pero al asociarse este trabajo con el género masculino, para algunas resulta bochornoso tener un trabajo peligroso que había pertenecido, hasta hoy, a los hombres.
Según Claudia, a menudo realiza convocatorias, pero son pocas las que se animan a incursionar y convertirse en taxistas. Actualmente son 12 las valientes conductoras que trabajan con ella, cada una con historias distintas.
ÉXITO TOTAL
Suena el Nextel. Marina, taxista de la empresa, le pregunta a Claudia si la inscribió en un programa concurso que buscaba conductoras del sexo femenino por el Día de la Mujer. La acaban de llamar. ¡Anda!, le dice, de repente ganas y te haces de una platita. Marina le agradece por haberla tomado en cuenta.
Taxi Para Nosotras no tiene autos, las conductoras ingresan bajo un sistema de afiliación en el que cada una se asocia, es decir, un requisito indispensable es tener la herramienta para ‘taxear’. El sueldo es en base a porcentajes entre la dueña y las trabajadoras.
Este servicio es solicitado en su mayoría por mujeres entre 18 y 35 años, para ellas o sus hijos. Muchos de los que llaman también son preocupados hombres de familia cuyas edades oscilan entre los 35 y 45 años. Piden el servicio para sus jóvenes hijas que empiezan a asistir a quinceañeros o al cine con amigos.
Muchas de ellas trabajan para su diario, no tienen mucho tiempo para estar metidas en una oficina y este empleo les da la oportunidad de ocuparse en las horas que están disponibles y, lo más importante, tener dinero en el bolsillo al final del día.
Cuando Claudia me cuenta que tuvo que realizar un servicio hacia una playa del sur ubicada en el kilómetro 97 de la carretera a las 2 de la mañana y luego retornar sola a Lima, no puedo evitar preguntarle si siente miedo. Miedo de la carretera, de que le hagan daño. O de chocar, o de la soledad. No pestañea y me dice que no, que en ese caso todo debería dar miedo porque a estas alturas todo es peligroso. Es valiente, pienso. La veo y creo que vamos desterrando la imagen débil que se asocia a la mujer.
MILAGROS OLIVERA: molivera@diario16.com.pe
Fuente: http://diario16.pe/noticia/14673-a-bordo
Taxi Para Nosotras sería una empresa más si no contara con la peculiaridad de tener mujeres al volante. El servicio está dirigido a niños, ancianos y féminas de toda edad. No hombres, porque aquí lo que se trata es evitar el miedo y la violencia ejercida por ese género, y que es tan común en nuestros días, sobre todo cuando una mujer viaja sola.
Claudia Mogrovejo es la creadora de...
esta novedosa empresa que inició sus labores hace dos años. Cuenta que a su amiga le robaron en la Vía Expresa, el taxista se estacionó pegado a la pared, la amenazó con una pistola y le quitó sus pertenencias. Luego la dejó ir, pero no a muchas les pasa, a otras les va mucho peor y no hay que usar mucha imaginación para saber qué les sucede.
Claudia tanteó el terreno como conductora antes de decidirse a abrir su propia empresa. No solo fueron motivos de seguridad, sino también de oportunidad para las mujeres. Su intención era dar empleo a quienes por distintos motivos no pudieron estudiar una carrera o necesitaban un ingreso adicional para sus hogares. Y entonces se decidió por brindar un servicio de taxi personalizado para un número reducido de clientes en el que se consideran primordiales la seriedad, la puntualidad y la confianza.
“Yo soy mamá y muchas veces he utilizado mi propio servicio para recoger a mis hijos. Tengo hijos chicos, de 8 y 7 años, y no mandaría a un hombre a recogerlos”, dice Claudia desde una silla de madera en la que se sentó hace 15 minutos para contestar las llamadas que ingresan sin cesar.
“El concepto de que la mujer trabaje era algo que a mí me motivaba, el poder ser protagonista de la empresa. Si yo voy a trabajar con mujeres, es mucho más seguro para ellas y para mí. La idea de esta empresa no es recogerte en 5 minutos, ni tener mil servicios al día, es brindar seguridad y acogida en el servicio de taxi, cuidar y acompañar, ofrecerle un buen servicio a esa población vulnerable. Nadie mejor que las mujeres para cuidar a las mujeres”, sostiene.
ENTERRANDO PREJUICIOS
Suena su Nextel. Una voz entrecortada por la otra línea, alargando las palabras, un tanto disforzada. Es una joven que va a sus clases preuniversitarias en la Universidad de Lima, pide que la recojan a las seis de la tarde. Brinda su dirección y Claudia le pide nombre y apellido. Cuelga. “Es en la punta del cerro”, dice y se ríe. Efectivamente, lo es. La chica vive en La Molina, tan arriba que no es fácil ni rápido llegar. Gajes del oficio.
La casa de Claudia en Surco funge de oficina. Ella es la dueña pero también la secretaria. La central de la empresa es el número de teléfono de su casa. Cuando las clientas llaman les promete garantía, y si no hay quien conduzca, ella misma agarra su auto y hace el servicio.
“Nuestras clientas nos llaman casi siempre por recomendación, no tenemos más que la página de Facebook porque no podemos masificar esto, no tenemos cobertura”, afirma. Cuando dice no tener cobertura se refiere a que le falta personal. No es fácil encontrar conductoras, aún las mujeres no superan los prejuicios sociales que intentan esquivar a diario. Hay algunas que no quieren que se enteren sus amigas, les da vergüenza. ¿Y qué de indigno tiene trabajar de taxista y ser mujer? Nada, pero al asociarse este trabajo con el género masculino, para algunas resulta bochornoso tener un trabajo peligroso que había pertenecido, hasta hoy, a los hombres.
Según Claudia, a menudo realiza convocatorias, pero son pocas las que se animan a incursionar y convertirse en taxistas. Actualmente son 12 las valientes conductoras que trabajan con ella, cada una con historias distintas.
ÉXITO TOTAL
Suena el Nextel. Marina, taxista de la empresa, le pregunta a Claudia si la inscribió en un programa concurso que buscaba conductoras del sexo femenino por el Día de la Mujer. La acaban de llamar. ¡Anda!, le dice, de repente ganas y te haces de una platita. Marina le agradece por haberla tomado en cuenta.
Taxi Para Nosotras no tiene autos, las conductoras ingresan bajo un sistema de afiliación en el que cada una se asocia, es decir, un requisito indispensable es tener la herramienta para ‘taxear’. El sueldo es en base a porcentajes entre la dueña y las trabajadoras.
Este servicio es solicitado en su mayoría por mujeres entre 18 y 35 años, para ellas o sus hijos. Muchos de los que llaman también son preocupados hombres de familia cuyas edades oscilan entre los 35 y 45 años. Piden el servicio para sus jóvenes hijas que empiezan a asistir a quinceañeros o al cine con amigos.
Muchas de ellas trabajan para su diario, no tienen mucho tiempo para estar metidas en una oficina y este empleo les da la oportunidad de ocuparse en las horas que están disponibles y, lo más importante, tener dinero en el bolsillo al final del día.
Cuando Claudia me cuenta que tuvo que realizar un servicio hacia una playa del sur ubicada en el kilómetro 97 de la carretera a las 2 de la mañana y luego retornar sola a Lima, no puedo evitar preguntarle si siente miedo. Miedo de la carretera, de que le hagan daño. O de chocar, o de la soledad. No pestañea y me dice que no, que en ese caso todo debería dar miedo porque a estas alturas todo es peligroso. Es valiente, pienso. La veo y creo que vamos desterrando la imagen débil que se asocia a la mujer.
MILAGROS OLIVERA: molivera@diario16.com.pe
Fuente: http://diario16.pe/noticia/14673-a-bordo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.