La tradicional preferencia familiar por el hijo varón y la política estatal de control de natalidad incitan los abortos selectivos de fetos femeninos
(Foto: AP)
Ho Chi Minh (EFE). Según un reciente estudio
de la Academia de Ciencias Sociales de Vietnam, muchas mujeres evitan a
cualquier precio dar a luz a una niña, sobre todo si ya tienen un hijo,
ya que el régimen comunista de Hanoi sanciona a...
las parejas con más de dos descendientes.
“La mayoría de los abortos que realizamos son de fetos femeninos de entre 14 y 22 semanas. Muchas lo ocultan, pero estoy segura de que a menudo la verdadera razón es el sexo del feto”, declaró Nguyen Hong Minh, directora del Hospital Nacional de Ginecología, a un diario local.
Un gran número de parejas experimentan con todo tipo de dietas y pócimas para asegurarse la descendencia masculina, pero cuando la naturaleza no satisface sus expectativas optan por métodos abortivos.
Aunque en ocasiones le causa “un gran dolor”, a Minh no le queda más remedio que forzar la expulsión del feto del vientre materno siempre que una paciente se lo solicita, ya que el Gobierno vietnamita sólo lo prohíbe si está motivado exclusivamente por el género del embrión.
“Solamente las mujeres de entornos más humildes, que no conocen la ley, admiten que quieren abortar porque esperan una niña. Y aunque nos negamos, terminan acudiendo a otras clínicas y siempre encuentran a algún médico dispuesto”, dice Minh.
UN MILLÓN DE CASOS
Hung, una ginecóloga de Ho Chi Minh (antigua Saigón) explicó que “algunos doctores fuerzan el aborto de fetos de hasta 22 semanas siempre que les paguen un buen dinero”.
Estas prácticas han convertido a Vietnam en uno de los países del mundo con mayor porcentaje de abortos, con más de un millón de casos al año para una población de 90 millones de habitantes, según estimaciones del Gobierno.
En las grandes ciudades, como Ho Chi Minh, se producen dos abortos por cada tres nacimientos, el doble que en el resto del país.
Para controlar el problema, el régimen comunista de Hanoi prohibió hace cuatro años a los médicos revelar el sexo del feto, una medida que se ha revelado imposible de aplicar.
“Los padres insisten mucho en conocer el sexo de su bebe, y resulta comprensible, de modo que muchas veces no nos podemos negar. A veces no lo decimos directamente, pero les damos alguna pista que deja claro si será niño o niña”, admite Hung.
DESEQUILIBRIO DE GÉNERO
Una de las consecuencias de este fenómeno es el desequilibrio de género en el país indochino, donde nacen 113 niños por cada cien niñas, un promedio que podría aumentar a 125 niños por cada cien niñas en las dos próximas décadas si continúa la tendencia.
“Si este desequilibrio sigue incrementándose, entre 4 y 5 millones de hombres vietnamitas deberán buscar pareja en el extranjero dentro de 20 años”, alerta Duong Quoc Trong, director del Departamento de Población y Planificación Familiar.
Trong reconoce que encontrar a mujeres que aborten porque el feto es femenino es “como buscar una aguja en un pajar” y ha propuesto al Gobierno adoptar medidas que incentiven la descendencia femenina.
“Muchos vietnamitas piensan que sus hijas terminarán abandonándolos cuando se casen, para ocuparse de la familia del esposo. Tenemos que cambiar poco a poco esa percepción con campañas de concienciación y también con incentivos económicos para las familias que tengan sólo niñas”, explica.
“Las medidas coercitivas por sí solas no bastan, tenemos que ofrecer algo para que la gente vaya cambiando su mentalidad”, concluye.
las parejas con más de dos descendientes.
“La mayoría de los abortos que realizamos son de fetos femeninos de entre 14 y 22 semanas. Muchas lo ocultan, pero estoy segura de que a menudo la verdadera razón es el sexo del feto”, declaró Nguyen Hong Minh, directora del Hospital Nacional de Ginecología, a un diario local.
Un gran número de parejas experimentan con todo tipo de dietas y pócimas para asegurarse la descendencia masculina, pero cuando la naturaleza no satisface sus expectativas optan por métodos abortivos.
Aunque en ocasiones le causa “un gran dolor”, a Minh no le queda más remedio que forzar la expulsión del feto del vientre materno siempre que una paciente se lo solicita, ya que el Gobierno vietnamita sólo lo prohíbe si está motivado exclusivamente por el género del embrión.
“Solamente las mujeres de entornos más humildes, que no conocen la ley, admiten que quieren abortar porque esperan una niña. Y aunque nos negamos, terminan acudiendo a otras clínicas y siempre encuentran a algún médico dispuesto”, dice Minh.
UN MILLÓN DE CASOS
Hung, una ginecóloga de Ho Chi Minh (antigua Saigón) explicó que “algunos doctores fuerzan el aborto de fetos de hasta 22 semanas siempre que les paguen un buen dinero”.
Estas prácticas han convertido a Vietnam en uno de los países del mundo con mayor porcentaje de abortos, con más de un millón de casos al año para una población de 90 millones de habitantes, según estimaciones del Gobierno.
En las grandes ciudades, como Ho Chi Minh, se producen dos abortos por cada tres nacimientos, el doble que en el resto del país.
Para controlar el problema, el régimen comunista de Hanoi prohibió hace cuatro años a los médicos revelar el sexo del feto, una medida que se ha revelado imposible de aplicar.
“Los padres insisten mucho en conocer el sexo de su bebe, y resulta comprensible, de modo que muchas veces no nos podemos negar. A veces no lo decimos directamente, pero les damos alguna pista que deja claro si será niño o niña”, admite Hung.
DESEQUILIBRIO DE GÉNERO
Una de las consecuencias de este fenómeno es el desequilibrio de género en el país indochino, donde nacen 113 niños por cada cien niñas, un promedio que podría aumentar a 125 niños por cada cien niñas en las dos próximas décadas si continúa la tendencia.
“Si este desequilibrio sigue incrementándose, entre 4 y 5 millones de hombres vietnamitas deberán buscar pareja en el extranjero dentro de 20 años”, alerta Duong Quoc Trong, director del Departamento de Población y Planificación Familiar.
Trong reconoce que encontrar a mujeres que aborten porque el feto es femenino es “como buscar una aguja en un pajar” y ha propuesto al Gobierno adoptar medidas que incentiven la descendencia femenina.
“Muchos vietnamitas piensan que sus hijas terminarán abandonándolos cuando se casen, para ocuparse de la familia del esposo. Tenemos que cambiar poco a poco esa percepción con campañas de concienciación y también con incentivos económicos para las familias que tengan sólo niñas”, explica.
“Las medidas coercitivas por sí solas no bastan, tenemos que ofrecer algo para que la gente vaya cambiando su mentalidad”, concluye.
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