Los cuencos tibetanos, también llamados cantores, son recipientes forjados según la tradición ancestral, y elaborados con la aleación de siete metales específicos: plata, oro, mercurio, estaño, plomo, cobre y hierro. Sus tamaños y pesos son variados; pueden ir desde cinco hasta treinta y cinco centímetros, y pesar desde 150 gramos (5.3 onzas) hasta varios kilos. Los bordes de este tazón de metal tienden a.... vibrar cuando son golpeados o frotados con la ayuda de un mazo o baqueta de madera, produciendo así sonidos cargados de armonías sanadoras.
Los cuencos tibetanos están hechos de una aleación de siete metales. Su origen realmente es incierto; se cree que son el legado de la antigua tradición chamánica Bön, la cual existía en el Tíbet siglos antes de la aparición del budismo. Lo que sí es un hecho, es que históricamente han sido fabricados en el Tíbet, Nepal, China, Bután, Japón y Corea. Estos recipientes fueron creados con la conciencia y la intención de emular los sonidos de la naturaleza y eran utilizados durante los rituales religiosos. Hoy en día, gracias a sus interesantes e importantes beneficios, estas antiguas herramientas rituales se utilizan como un instrumento musical que favorece la relajación del cuerpo y la meditación.
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Los cuencos son instrumentos fabricados especialmente para que al frotarlos o golpearlos como campanas, emitan unos sonidos denominados armónicos, los cuales consisten en vibraciones complejas que, a través de la resonancia, activan, armonizan y complementan nuestras vibraciones no armónicas. El trabajo terapéutico con cuencos se conoce como masaje vibratorio o de sonido, el cual es una técnica de armonización natural que actúa en el plano físico, emocional, mental y espiritual. Puede ser que nos relajemos escuchando un concierto armonizador de cuencos, o bien que los cuencos sean colocados sobre nuestro cuerpo para hacerlos sonar y vibrar encima de él; el efecto será el mismo: las ondas vibratorias de estos instrumentos, por medio de la resonancia, lograrán equilibrar y armonizar nuestra vibración personal.
Las ondas emitidas por los cuencos tibetanos actúan como fuente de energía en todo tu cuerpo, logrando así:
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- Aliviar el estrés y reducir la ansiedad.
- Aumentar, en general, las defensas del organismo.
- Mejorar la concentración.
- Aliviar dolores de cabeza.
- Mejorar la creatividad.
- Equilibrar el sistema endócrino mediante la vibración de la pituitaria o la hipófisis.
- Brindar paz interior.
- Trabajar el equilibrio entre ambos hemisferios cerebrales.
- Aflojar y liberar la tensión muscular.
- Estimular la actividad de las ondas cerebrales tipo alfa y beta, despertando así la capacidad de dar y recibir.
- Expandir e intensificar el cuerpo áurico, que actúa como defensa energética; limpiar tanto los chakras como el aura.
- Aumentar la energía debido a la estimulación del líquido cefalorraquídeo.
En el mundo en el que vivimos nada está estático; todo tiene, en mayor o menor medida, un movimiento, por lo que estamos rodeados de energía y vibración. Por medio del sonido es posible cambiar el ritmo de las ondas de nuestro cerebro, el latido de nuestro corazón y la respiración. A esto se le conoce como “resonancia forzada” y explica que el sonido más potente de un objeto tiene la capacidad de cambiar el ritmo de otro menos potente, forzando la sincronización del primer objeto más potente.
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Las terapias vibratorias con cuencos tibetanos se van a encargar de equilibrar y armonizar nuestra propia resonancia, ya que la vibración tiene una alta capacidad de relajar. Esta terapia también puede ser utilizada para limpiar habitaciones y casas a nivel energético, limpian el entorno.
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