El
panameño ha ganado el Premio Pablo Neruda (2004), el Premio
Internacional de Poesía Rubén Darío (2011), el Nicolás Guillén (2012),
entre otros. Foto: festivaldepoesiademedellin.org
Javier Alvarado (Panamá, 1982) ganó en 2014 el Premio de Poesía
Medardo Ángel Silva, en el marco del Festival Desembarco Poético, por su
libro Carta natal al país de los locos. Con la misma obra
recibió en 2010 una mención de honor del Premio Casa de las Américas y
fue finalista de La Lira, que se realizó en Cuenca, en 2013. Este año,
el autor volvió a Ecuador para presentar el libro y leer su obra en el
Desembarco Poético.
Carta natal al país de los locos es...
un viaje al campo. Es un ejercicio sobre la memoria. Un exorcismo del recuerdo sobre cientos de cicatrices abiertas. “El poeta peruano Manuel Scorza habla de que cuando le hacen una herida se sale por esa herida. Este fue un proceso de abrir algunas cicatrices, no heridas, porque ocurrió como hace 50 años”.
En el poemario, el autor combina la búsqueda que inicia con su madre de su abuela y pasajes de una residencia literaria en Escocia. Hace más de 50 años una mujer fue obligada por su esposo a regalar a sus hijos, entre ellos la madre de Alvarado.
Hace poco, un pariente quiso llevarlos al lugar en el que había nacido su abuela, en las Montañas de Las Minas, en la provincia Herrera, en Panamá.
“Mi madre fue regalada cuatro veces. Ella recuerda las experiencias con las distintas familias, pero detrás de todo esto estuvo una madre buscando a sus hijos. Mi madre no tuvo más contacto con sus otros dos hermanos, mi abuela buscando a sus hijos enloqueció y hasta estuvo en un sanatorio”, cuenta Alvarado.
En Las Minas buscaron retratos, testimonios, “fue como un viaje al país de los locos, donde queda esta locura materna y el dolor”, dice el autor.
Una de las teorías sobre la locura de su abuela fue que al dar a luz entró una fuerte brisa y la enloqueció. En su residencia en Escocia, a Alvarado lo recibió la misma intensidad del viento, haciéndolo pensar en que la historia lo estaba persiguiendo.
Su poesía pertenece al neobarroco. Cada línea es una evidencia de lo infinito del lenguaje. “Soy heredero de esta corriente latinoamericana donde el lenguaje se lleva a una máxima expresión”, dice el poeta. Su trabajo parte de imágenes que se contrastan con el paisaje arquitectónico del país en que reside y su experiencia en el campo.
“Se me viene a la mente un poema de Eugenio Montejo ‘Tan altos son los edificios que no se ve nada de mi infancia’. Eso ocurre en Panamá, donde la proliferación de los rascacielos es enorme y es difícil hacer tu vida o tu sensibilidad en medio de tanto concreto. Alfonsina Storni hablaba de los cuadros arquitectónicos y de una lágrima que le había salido cuadrada, es el avance de la civilización contra otras cosas, como un paisaje que destruye a otro, son cambios físicos, sin nada espiritual”, dice Alvarado.
Para el autor, en Panamá no se habla de rupturas poéticas, “puede que haya cambios estilísticos pero todo se ve como un gran coro. Se respeta lo que se hizo y ya cada quien ejerce su trabajo con una línea estética. Todo es un coro”, dice Alvarado. (I)
Publicada en: http://www.telegrafo.com.ec/cultura1/item/carta-natal-al-pais-de-los-locos-rehace-al-tiempo.html
Carta natal al país de los locos es...
un viaje al campo. Es un ejercicio sobre la memoria. Un exorcismo del recuerdo sobre cientos de cicatrices abiertas. “El poeta peruano Manuel Scorza habla de que cuando le hacen una herida se sale por esa herida. Este fue un proceso de abrir algunas cicatrices, no heridas, porque ocurrió como hace 50 años”.
En el poemario, el autor combina la búsqueda que inicia con su madre de su abuela y pasajes de una residencia literaria en Escocia. Hace más de 50 años una mujer fue obligada por su esposo a regalar a sus hijos, entre ellos la madre de Alvarado.
Hace poco, un pariente quiso llevarlos al lugar en el que había nacido su abuela, en las Montañas de Las Minas, en la provincia Herrera, en Panamá.
“Mi madre fue regalada cuatro veces. Ella recuerda las experiencias con las distintas familias, pero detrás de todo esto estuvo una madre buscando a sus hijos. Mi madre no tuvo más contacto con sus otros dos hermanos, mi abuela buscando a sus hijos enloqueció y hasta estuvo en un sanatorio”, cuenta Alvarado.
En Las Minas buscaron retratos, testimonios, “fue como un viaje al país de los locos, donde queda esta locura materna y el dolor”, dice el autor.
Una de las teorías sobre la locura de su abuela fue que al dar a luz entró una fuerte brisa y la enloqueció. En su residencia en Escocia, a Alvarado lo recibió la misma intensidad del viento, haciéndolo pensar en que la historia lo estaba persiguiendo.
Su poesía pertenece al neobarroco. Cada línea es una evidencia de lo infinito del lenguaje. “Soy heredero de esta corriente latinoamericana donde el lenguaje se lleva a una máxima expresión”, dice el poeta. Su trabajo parte de imágenes que se contrastan con el paisaje arquitectónico del país en que reside y su experiencia en el campo.
“Se me viene a la mente un poema de Eugenio Montejo ‘Tan altos son los edificios que no se ve nada de mi infancia’. Eso ocurre en Panamá, donde la proliferación de los rascacielos es enorme y es difícil hacer tu vida o tu sensibilidad en medio de tanto concreto. Alfonsina Storni hablaba de los cuadros arquitectónicos y de una lágrima que le había salido cuadrada, es el avance de la civilización contra otras cosas, como un paisaje que destruye a otro, son cambios físicos, sin nada espiritual”, dice Alvarado.
Para el autor, en Panamá no se habla de rupturas poéticas, “puede que haya cambios estilísticos pero todo se ve como un gran coro. Se respeta lo que se hizo y ya cada quien ejerce su trabajo con una línea estética. Todo es un coro”, dice Alvarado. (I)
Publicada en: http://www.telegrafo.com.ec/cultura1/item/carta-natal-al-pais-de-los-locos-rehace-al-tiempo.html
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