El Estado no tiene una escala única de
remuneraciones, si no numerosas escalas, arbitrariamente fijadas con
enormes desigualdades entre una entidad y otra y con “bonificaciones
especiales” que distorsionan aún más las cosas. Además no existen
criterios de transparencia, equidad, racionalidad y eficiencia.
La planilla actual del Estado maneja más
de 400 conceptos que componen las remuneraciones públicas. Una
vergüenza. Un amplio sector de trabajadores públicos siguen sujetos a...
regímenes sin una carrera pública. Muchas veces dan vueltas en círculos
sin ninguna perspectiva de futuro.
Con García se pretendió hacer creer a la
ciudadanía que ningún funcionario público ganaba más que el Presidente
de la República. Nada más falso: existen, desde esa época, funcionarios
que ganan mucho más de los S/. 15.600 que cobran el Presidente y los
Ministros. Así, en el MEF, hay asalariados con más de S/. 21.000,
incluidos la remuneración y el concepto “otros beneficios”. En el Banco
Central de Reserva, el Presidente gana S/ 41.600 (¿17 veces al año?), el
Gerente General S/. 37.500 y los gerentes centrales S/. 34.200. El
Contralor de la República gana S/. 33.100, el vice S/. 27.000 y los
funcionarios de quinto nivel S/. 24.600. En la Superintendencia de
Banca, Seguros y AFP la situación es muy similar, el Superintendente
gana S/. 33.100 y los asesores de la alta dirección y superintendentes
adjuntos S/. 29.000.
Ojo, a la inversa, ocurre en los niveles
más bajos, pues sectores como educación y otras áreas tienen
trabajadores administrativos que apenas llegan al salario mínimo legal
con 20 años de servicio, existiendo quienes ganan menos. Médicos,
personal del Inpe, maestros, personal administrativo del Poder Judicial y
de los ministerios, enfermeras, etc; se encuentran en el otro extremo
de la balanza. Un profesor que ganaba S/. 1.177, con la aprobación de la
Ley de Reforma Magisterial, gana ahora S/. 1.244. Mucho menos de lo que
se paga, en promedio, a un maestro en los países de la región. En
México un profesor de primaria gana 16% más, en Brasil 17%, en Colombia
28 % y en Chile 69 % más. Un médico, gracias la huelga del 2012, gana
hoy en promedio S/. 3.068. Menos del 45% de lo que gana un médico en
Brasil y apenas el 35% de lo que se le paga a un médico en Chile.
No se cuestiona que los funcionarios
públicos perciban una remuneración proporcional a sus capacidades y las
responsabilidades del cargo, pero resulta insostenible mantener una
brecha salarial en la que los que más ganan perciben 3.100% más que los
que menos ganan. Esto es injusto y golpea a la población, que no contará
con una administración pública transparente, eficiente y legitima. Por
eso los países más desarrollados tienen una menor brecha entre los que
más y menos ganan y buscan garantizar el bienestar de todos los
trabajadores.
Para cambiar esto presenté 5 propuestas
de ley entre los años 1995 y 2004. El Congreso no aprobó ninguna de
esas iniciativas, optó por mantener el desorden y la inequidad.
El Ejecutivo ha propuesto recientemente
un proyecto de Ley del Servicio Civil para “ordenar” esta situación.
Este aporta transparencia, pero mantiene una actitud antisindical,
contraria a la negociación colectiva y nada dice respecto de la
desigualdad que existe entre los salarios de los funcionarios. Más aún,
el proyecto fomenta la desigualdad porque propone que los salarios se
fijen en función de la “categoría de la entidad” y de acuerdo con una
valorización aprobada por la misma entidad en la que labora el
funcionario. Es decir, el que puede, puede.
El Congreso no debe aprobar una propuesta
que mantenga la enorme brecha salarial que existe en el sector público.
Requerimos establecer un Sistema Único de Remuneraciones que fije la
remuneración de los funcionarios y autoridades del Estado según la
canasta básica familiar, a fin de establecer una proporcionalidad entre
las remuneraciones más bajas y las más altas fácilmente mensurables; sin
que ello implique desconocer la necesidad de establecer pagos
adicionales por calificación, nuevos niveles formativos, horarios
extraordinarios, nivel de dedicación, entre otros.
Toca a los trabajadores del Estado unirse para conquistar esta justa demanda.
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