sus obsesiones. En 1995, Riebenbauer dio –casualidades de la vida– con un personaje misterioso que llamó rápidamente su atención. Se trataba de uno de los dos últimos ejecutados a garrote vil en tiempos de Franco. Su nombre: Heinz Ches. Y los pocos datos que se tenían de él decían que era un apátrida de origen polaco y sin familia. No mucho más. Aquella ausencia informativa, añadida, claro, a una enigmática fotografía suya, encendieron rápidamente la curiosidad de Riebenbauer por conocer más sobre aquel tipo, acusado de haber herido de un disparo a un oficial de la policía. Una curiosidad que se convertiría en una obsesión que a su vez daría inicio a una extensa y apasionada investigación (de casi una década) y al libro que ahora, varios años después, se publica en Lima.
En El silencio de Georg, Riebenbauer, también talentoso documentalista, relata, a través de un lenguaje sencillo pero envolvente y minucioso en detalles, todo el proceso de investigación, desde el origen de su fijación por el tema, hasta las revelaciones que iría encontrando en su largo y sinuoso camino. Allí radica, creo, uno de los mayores aciertos del libro: hacernos partícipes de su pesquisa, contagiarnos aquella obsesión por descubrir quién era en realidad aquel polaco misterioso y si en realidad cometió los delitos por los que se le acusaba y que, finalmente, determinaron su muerte. Y, claro, la historia de aquel hombre nos permite vislumbrar más la corruptela de un régimen sanguinario como el del generalísimo Francisco Franco («caudillo de España por la gracia de Dios»).
Riebenbauer irá desbaratando una a una las falsedades erigidas en torno al caso. Como un detective, el periodista irá tras de muchas pistas –y nosotros con él–: viajando, encontrando personas que fueron protagonistas directos e indirectos de la historia y que, tras largos años de silencio, darán forma a la verdad sobre un hombre cuyo mayor delito, quizá, haya sido estar en el momento y el lugar equivocado. Estupenda lectura.
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