A propósito del mensaje presidencial
su padre “por aquí no, por aquí se baja” y su padre, que por poco castiga de un coscorrón la insolencia, le respondió “por acá nomás está bien” y jaloneándola la obligó a subir por la sección que es para bajar.
De acuerdo con el reciente mensaje presidencial del 28 de julio, en los últimos dos años se ha incorporado a 288,000 profesores en un sistema de formación continua, se ha becado a 25000 jóvenes a través de beca18 y a otros 400 en programas de maestría en el extranjero. Todo lo dicho me parece estupendo, además suena así, pero me pregunto si las políticas educativas del Estado parten de un modelo de ciudadano peruano y apuntan hacia él. Más bien, yo advierto que muchas de estas medidas –no todas- premian al estudiante destacado y apuntan a crear una elite de profesionales para el futuro, al mismo tiempo que descuidan la formación de millones de peruanos, en suma, de quienes en algunos años constituirán el grueso de la ciudadanía, de la política, de la decisión y de la administración del país.
Ciertamente, las cifras presentadas por el presidente Humala el 28 contrastan con las estadísticas que demuestran que el Perú es el país de la región que menos invierte en educación y uno de los de peor rendimiento en comprensión lectora y razonamiento matemático. Más allá de eso, el ciudadano de a pie sigue fiel a la premisa de que las leyes más básicas de convivencia son sólo un punto de referencia que no necesariamente hay que respetar. Ni que hablar de una ciudadanía con una sólida cultura cívica y democrática.
Lo que diré seguidamente puede sonar políticamente incorrecto o frívolo, pero ejemplifica dramáticamente mi punto: El Perú es unos de los pocos países de la región en dónde puede verse personas miccionando en la vía pública y aquello nos está indicando que algo anda muy mal en el sistema educativo y por sistema educativo me refiero también al hogar, la comuna y la colectividad.
Para aterrizar esta reflexión a las propuestas, creo que la educación fiscal debería implementar un curso de ciudadanía que abarque todos los años de la escolaridad y que aborde escalonadamente diferentes temas de acuerdo con el grado y edad del alumnado. Los siguientes temas deberían ser imprescindibles: ciudadanía democrática, ciudadanía vial, ciudadanía fiscal, ciudadanía solidaria, ciudadanía cívica. A cada uno habría que asignarle un año entero de la escolaridad y el curso debería impartirse también a los padres de familia, para que así puedan involucrarse más con la educación de sus hijos, así como capacitarse ellos mismos.
Que una niña de 6 o7 años sepa que debe tomar la sección de la escalera que sube al andén del tren eléctrico parece un buen indicador pero es patético que su padre destruya en segundos lo que su profesor tardó semanas en inculcarle. Como nadie plantea públicamente estas cuestiones me tomo la libertad de proponerlas para el análisis de los que tienen la formación y/o el poder de implementarlas. Quizá a alguno sí le importe.
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