Intentando continuar con el necesario debate sobre el presente y el
futuro de la izquierda peruana, hoy reagrupada en el Frente Amplio,
quisiera comentar algunas reacciones que he recibido a mi columna “La
larga marcha del Frente Amplio”, algunas de manera verbal, otras por
escrito como el artículo “Zapata, Torres, Althaus y la izquierda”[*] de
Carlos Mejía.
De un lado, hay quienes consideran que...
he sido excesivamente optimista y quizás ingenuo con el primer esfuerzo unitario de la izquierda del siglo XXI, y su lectura parte de un escepticismo frente a lo que llaman los “viejos rostros” de quienes ya eran líderes políticos en los años de Izquierda Unida, y a los viejos discursos utópicos que aparecen ratificados en la entrevista que Mariela Balbi le hace a Marco Arana en El Comercio, donde se plantea un modelo alternativo al capitalismo neoliberal que se limita a plantear algunas reformas a la gran inversión extractiva, dándole la razón de alguna manera a los escépticos.
De otro lado, hay quienes –como Mejía– consideran que mi lectura de la izquierda parte de la “caricatura” que han construido “el régimen político peruano, su regulación electoral, los espacios de prensa –si, también esos espacios donde escriben Torres y Zapata– la televisión y la radio, los poderes fácticos”. Pero se equivoca, la “caricatura” que conozco de la izquierda no nace de las fuentes que espero que Mejía también consulte, tampoco de aquella famosa caricatura que hizo el gran Carlín luego de la ruptura del ARI en 1980 en la revista Monos y Monadas, ni tampoco la de “los cazadores de mamut” de la que habla el editorial de El Comercio del miércoles pasado.
Todo lo contrario, hablo desde lo que me ha tocado conocer directamente a lo largo de estos años: una izquierda que no ha sabido enfrentar la dramática transformación del país en la década del fujimorismo, en la que neoliberalismo y conservadurismo convergieron en una suerte de “santa alianza” a la que hay que enfrentar –al mismo tiempo– con igual fuerza e intensidad, con un discurso más irreverente y menos utópico, más aterrizado en las políticas públicas y la vida cotidiana de la gente, que siendo crítico con el neoliberalismo, sea capaz desde gobiernos subnacionales dar respuestas concretas… algo que las gestiones de izquierda que hoy gobiernan regiones, provincias y distritos no terminan de lograr.
Por ello, insisto en que la izquierda requiere tiempo y un intenso trabajo de movilización política, social, cultural y mediática, que en muchos lugares del país ha sido inexistente. Solo así tendremos la izquierda que Perú necesita, que no hay que confundir con la que la derecha reclama.
INSISTO EN QUE LA IZQUIERDA REQUIERE TIEMPO Y UN INTENSO TRABAJO DE MOVILIZACIÓN POLÍTICA, SOCIAL, CULTURAL Y MEDIÁTICA, QUE EN MUCHOS LUGARES DEL PAÍS HA SIDO INEXISTENTE. SOLO ASÍ TENDREMOS LA IZQUIERDA QUE PERÚ NECESITA, QUE NO HAY QUE CONFUNDIR CON LA QUE LA DERECHA RECLAMA
De un lado, hay quienes consideran que...
he sido excesivamente optimista y quizás ingenuo con el primer esfuerzo unitario de la izquierda del siglo XXI, y su lectura parte de un escepticismo frente a lo que llaman los “viejos rostros” de quienes ya eran líderes políticos en los años de Izquierda Unida, y a los viejos discursos utópicos que aparecen ratificados en la entrevista que Mariela Balbi le hace a Marco Arana en El Comercio, donde se plantea un modelo alternativo al capitalismo neoliberal que se limita a plantear algunas reformas a la gran inversión extractiva, dándole la razón de alguna manera a los escépticos.
De otro lado, hay quienes –como Mejía– consideran que mi lectura de la izquierda parte de la “caricatura” que han construido “el régimen político peruano, su regulación electoral, los espacios de prensa –si, también esos espacios donde escriben Torres y Zapata– la televisión y la radio, los poderes fácticos”. Pero se equivoca, la “caricatura” que conozco de la izquierda no nace de las fuentes que espero que Mejía también consulte, tampoco de aquella famosa caricatura que hizo el gran Carlín luego de la ruptura del ARI en 1980 en la revista Monos y Monadas, ni tampoco la de “los cazadores de mamut” de la que habla el editorial de El Comercio del miércoles pasado.
Todo lo contrario, hablo desde lo que me ha tocado conocer directamente a lo largo de estos años: una izquierda que no ha sabido enfrentar la dramática transformación del país en la década del fujimorismo, en la que neoliberalismo y conservadurismo convergieron en una suerte de “santa alianza” a la que hay que enfrentar –al mismo tiempo– con igual fuerza e intensidad, con un discurso más irreverente y menos utópico, más aterrizado en las políticas públicas y la vida cotidiana de la gente, que siendo crítico con el neoliberalismo, sea capaz desde gobiernos subnacionales dar respuestas concretas… algo que las gestiones de izquierda que hoy gobiernan regiones, provincias y distritos no terminan de lograr.
Por ello, insisto en que la izquierda requiere tiempo y un intenso trabajo de movilización política, social, cultural y mediática, que en muchos lugares del país ha sido inexistente. Solo así tendremos la izquierda que Perú necesita, que no hay que confundir con la que la derecha reclama.
INSISTO EN QUE LA IZQUIERDA REQUIERE TIEMPO Y UN INTENSO TRABAJO DE MOVILIZACIÓN POLÍTICA, SOCIAL, CULTURAL Y MEDIÁTICA, QUE EN MUCHOS LUGARES DEL PAÍS HA SIDO INEXISTENTE. SOLO ASÍ TENDREMOS LA IZQUIERDA QUE PERÚ NECESITA, QUE NO HAY QUE CONFUNDIR CON LA QUE LA DERECHA RECLAMA
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