Pese a la masificación de este producto andino, diferentes especialistas alertan que se corre el riego de no cuidar su producción sostenible.
la erradicación del hambre. Sin embargo, los proyectos para incrementar su producción también conllevan cierto riesgo.
Actualmente ocho millones de euros de los fondos de cooperación de la Unión Europea se encuentran comprometidos para apoyar a pequeños productores andinos; además, otros trece millones se destinarán a apoyar mecanismos de exportación del “grano de oro” hacia Europa.
El poder de la quinua se encuentra en su variabilidad genética, su adaptabilidad –puede crecer desde el nivel del mar hasta el altiplano-, su bajo costo de producción y su diversidad de formas de utilización. Todo esto hace que esté en expansión, que su demanda vaya al alza y que se produzca tanto en los países originarios como en Estados Unidos, en Kenya, la India y Europa.
Por lo pronto, en los países cuna del “trigo de los Incas” el diminuto grano también pasa por un proceso de revalorización, lo cual ha aportado a incrementar la demanda. Sin embargo, para el director ejecutivo de Fair Trade en Bruselas, Sergi Corbalán, se corre el riesgo de fijarse más en el volumen que en su calidad y en su producción sostenible.
"El punto está en no sólo garantizar el acceso de las empresas europeas a estos productos, sino en empoderar a los pequeños productores para que vendan a nivel local, regional o internacional, pero sin vincularlo necesariamente al mercado", explica.
Fuente: Deutsche Welle
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