El gran problema para la hija de Fujimori será que en la campaña electoral, inevitablemente, resurgirá el tema de sus estudios en el extranjero.
Como es notorio, Keiko y dos de sus hermanos deben sus estudios universitarios en centros de estudios impagables para cualquier mortal al hecho de que su padre podía saquear recursos del Estado.
Para decirlo con el lenguaje simple que puede llegar a los fujimoristas: si Fujimori no hubiese sido, entre otras cosas, un delincuente profesional inclinado al latrocinio, Keiko Sofía Fujimori Higuchi se hubiese tenido que resignar con estudiar en la Católica o a la UPC. Boston le estuvo a la mano gracias a la mafia que dirigía su papi...
El sueldo presidencial de Fujimori era, con gastos de representación y algunos extras oficiales, de unos 2,500 dólares americanos. Y la señora Susana Higuchi, separada malamente de la familia, no era fuente de ningún posible ingreso que pudiera auxiliar a sus hijos.
¿De dónde, entonces, salían los 90,000 dólares anuales que costaban los estudios de los tres muchachos Fujimori? Y esto que en esa suma sólo se considera los precios académicos de Boston. Con los hospedajes, la alimentación, los viajes a Lima o al Japón, los automóviles alquilados (o comprados), las fiestas y los viajes por la Acción de Gracias o el 4 de julio estamos hablando de un millón de dólares que, en cinco años, la mafia que hoy encarna Raffo invirtió en el futuro del clan del capo...
Los forajidos que gobernaron el Perú con Fujimori están convencidos de que esa elipsis procesal los librará de la mancha de Boston. Están equivocados. La prensa decente, los peruanos que están moralmente vivos se encargarán de aguarles la fiesta.
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