Por César Hildebrant
El problema del fútbol es que tiene reglas y exige esfuerzos, metas
comunes, solidaridad, carácter. Si el fútbol fuera anarquía,
salvajismo, incivismo, negación del otro, cutra en mancha, flojera y
ningún carácter, seríamos campeones mundiales.
Un país que se ha vendido a pedacitos, que ahuyenta el patriotismo como si de una plaga medieval se tratara, que se...
desarma
industrialmente pero muestra a sus cocineros como vanguardia del
progreso, que no tiene ni aerolínea propia ni aeropuerto suyo ni Callao
que le pertenezca, ¿por qué habría de esperar que Claudio Pizarro sienta
la camiseta embanderada como una causa ?
Si el Perú no existe,
si somos un gran restaurante con aduanas, si llamamos crecimiento de la
ciudad a la proliferación de "asentamientos humanos" que habrían
inspirado a Poe y hecho salivar de gusto a Bela Lugosi, ¿por qué
queremos tener una selección de fútbol moderna y competitiva ?
Si practicamos la debilidad internacional como virtud y el acomodo de
vasallos como norma, ¿por qué queremos que Guerrero se la juegue?
Si desalentamos el nacionalismo bien entendido y nos llenamos de basura
china a precios de ganga, ¿a quién le solicitamos entusiasmo por "la
bicolor" ?
Nuestro campeonato futbolero es un asco. Es un
torneo de fracasados en trance de gordura. Apenas sale alguien con
talento, resulta que lo venden, a precio prematuro y vil, a algún club
de segunda de Turquía. Dos interventoras de Sunat que no saben dónde
están paradas gerencian los clubes más importantes del fantasmal "fútbol
peruano". Somos el hazmerreír crónico de la Copa Libertadores. Tenemos
casi el monopolio del fracaso.
¿Y la prensa deportiva? ¿Puede
haber algo más hediondo que esa mezcla de optimismo tóxico (previo a los
partidos) y de alharaca deprimida (posterior a los partidos) ?
Corrompida por las entradas y los canjes, las amenazas y los enredos
turbios, la prensa deportiva peruana es parte del problema y muchas
veces parece escrita por Burga y corregida por Markarián.
Dos
millones y doscientos mil dólares ha ganado Markarián en estos últimos
tiempos de derrotas cuantiosas. Y ahora se va. Y la gusanera de la
prensa deportiva le pide que se quede.
Claro, le piden que se
quede, para empezar, los chicos de CMD, que ven peligrar el negocio que
tanto les ha rendido: el del embuste, las expectativas infladas con
bromuro, las lecturas benévolas que convertían los empates en triunfos,
las derrotas en deslices pasajeros y los pocos éxitos en apoteosis
catalanas.
Qué bien que no estemos en el Mundial. Habríamos
hecho el mismo ridículo que en España 82, cuando los polacos nos
barrieron 5 a 1. Habríamos dado la misma pena que dimos cuando los
muchachos de Videla nos ganaron 6-0 en Argentina 78.
Sólo no
dimos pena en México 70. Curiosamente, a pesar de lo que la derecha
aterrorizada dijera, en ese momento, con todos nuestros errores, éramos
un país, un proyecto entusiasta, una aspiración colectiva de ser mejores
y superar nuestras miserias.
Miren a un equipo de fútbol
auténtico. Es antes que nada, una idea, una estética, un punto de vista
táctico. No es una oncena de ambulantes mendigándole al azar una
oportunidad.
Qué bueno que Brasil 2014 no se dé el lujo de reírse de nosotros.
Fuente: https://www.facebook.com/331934710263415/photos/a.416567735133445.1073742961.331934710263415/416567755133443/?type=1&theater
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