
En las últimas horas de la conferencia se llegó a un acuerdo extraño. En él se reconoce la opinión de los científicos sobre la necesidad de mantener el incremento de la temperatura promedio global por debajo de los 2 grados centígrados y se reafirma un compromiso de mantener los esfuerzos de largo plazo para lograr este objetivo. Sin embargo, nada en este documento permite pensar que los aumentos de temperatura se van a limitar a ese rango.
También se establece un compromiso sobre financiamiento: 10 mil millones de dólares (mmdd) anuales entre 2010 y 2012 para asistir a los países menos desarrollados en sus esfuerzos para reducir emisiones y para adaptarse al cambio climático.
Esta suma deberá alcanzar los cien mil millones de dólares en 2020. Esas cifras son irrisorias frente a lo que se va a necesitar y no se dice nada sobre quién las va a administrar, ni con qué criterios.
Lo más grave es lo que se pierde en este “acuerdo de Copenhague”:
Primero: Las metas cuantitativas como compromiso obligatorio. Eso era lo más importante del protocolo de Kioto y por el momento, no queda nada de eso...
Segundo: Se abandona definitivamente la meta de 350 partes por millón (ppm) de bióxido de carbono equivalente (CO2e)...
Tercero: A pesar de algunos pasajes, la negociación del acuerdo sacrificó la idea de equidad...
En los hechos,
sin demasiado ruido,
los autores del nuevo “acuerdo”
consagraron la división entre países ricos y pobres,
grandes y pequeños,
débiles y poderosos.
Si desea leer el artículo completo vaya a:
http://www.servindi.org/actualidad/20802
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