- Aquí el canto de Edwin Montoya, con arpita y violín, como le gustaba a Arguedas.
Huancayo York Times, 3 de diciembre, 2009.- Cuatro días de agonía. Luego partió. Cuatro décadas pasaron. Sigue presente. Muchos lo buscamos. En su obra, en su canto, en sus huellas de infancia, en sus pasos por el Santa Isabel de Huancayo, en sus escritos en La Antorcha, en su andar por Apata, en su cosechar de cantos por Pampas. Lo seguimos buscando. ¿Dónde estás, José María Arguedas? Lo busca también Edwin Montoya en este su canto con letras salidas del alma. (Texto y traducción gracias a este valioso blog: Sarhuallaqta).
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Composición del Puquiano de Oro, Edwin Montoya, es un homenaje a este gran personaje de las letras y la cultura peruana: José María Arguedas. Arguedas no sólo fue literato sino etnólogo, debido a ello recorrió gran parte de nuestro país, además de su trabajo como docente y folklorista. Al vivir en Ayacucho conoció de cerca la Danzas de la Tijeras y quedó fascinado por su historia, el arte que representa y la habilidad de sus Danzaq (Danzantes), incluso al ir a su última morada fue acompañado por la melodía La Agonía del Rasu Ñiti, a pedido suyo en una carta dejada. Esta danza probablemente tenga sus orígenes en el Taki Onkoy (Movimiento de resistencia cultural durante la Colonia española en que apunte de castigos, torturas y muertes pretendieron cambiar nuestra forma de ser y asumir la suya, es decir que aprendamos a pensar y sentir como occidental estando en América), algunos estudiosos que se han aproximado...
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