(Primera Parte)
Por Gabriel Vela Quico
El tema de suprimir los feriados o días no laborables es y será un tema de doble filo. Recordemos que “feriado” es un día para ser feria, para hacer compras, para estar con la familia y aprovechar en atender los asuntos de casa. Es un día para no trabajar sino para hacer compras. Los días feriados fueron incrementados significativamente por el gobierno de Velasco quien, por ejemplo, creó el día de la dignidad nacional, el día del indio, el día de la bandera, todos ellos no laborables. Fujimori hizo invención del feriado largo para promover el turismo interno. Otros gobernantes inventaron el feriado pero laborable. Sin embargo, la semana pasada el gobierno de García dispuso que el único feriado pendiente hasta fin de año es el 25 de diciembre, o sea, navidad, es decir, adiós a los días como día de los muertos, día de la revolución de Tupac Amaru, o del 8 de diciembre.
Suprimir los feriados o días no laborables, desde un filo populista puede interpretarse como hacer que la máquina estatal no deje de atender las necesidades de los ciudadanos, de los contribuyentes, de las personas. Desde esta misma mirada, la medida puede corregir el alargamiento de los plazos tan largos y sinuosos en la inversión privada. Esta medida sería otra muestra que el Perú avanza, aunque me parece –disculpen por favor- que lo que avanza es la “panza” de García.
Desde otra mirada, el feriado es un atentado al derecho conquistado de los estatales de estar más días en casa y de poder, por ejemplo hacer el famoso “turismo interno”. Desde esta lógica los estatales se convierten en la causa de porqué demoraba los trámites o del porqué la administración pública es un rémora al desarrollo. Los feriados o días no laborables fueron conquista de los trabajadores estatales para asegurar una convivencia familiar y no dejarse absorber por las cosas laborables, al extremo de ser un turista en casa.
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