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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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jueves, 27 de octubre de 2016

¿Cómo reacciona nuestro cerebro a la corrupción y por qué nos prepara para cometer delitos mayores?

Mano entregando dinero a otra en actitud deshonesta
Image copyright Thinkstock


 
Nuestro propio cerebro facilita que lo que hoy es un pequeño hurto, mañana pueda ser una gran estafa.
Piensa en los personajes más corruptos de tu país.
Pues esos nombres que tienes en mente comparten algo en común: su cerebro utilizó el...
mismo mecanismo para llevarlos a ocupar un lugar en tu lista.
Es más, tú también tienes aquel mecanismo, y lo activas cada vez que te ves tentado por un acto deshonesto.

Como una droga

Científicos del University College de Londres comprobaron que la reacción emocional negativa que producen los actos deshonestos disminuye cuando cometemos nuevas pequeñas transgresiones.
En otras palabras, el cerebro se adapta para delinquir.
Captura de video de Vladimiro Montesinos apilando dinero sobre una mesa. 
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Image caption Vladimiro Montesinos, quien fuera asesor del ex presidente peruano Alberto Fujimori, fue sentenciado por corrupción. Compró lealtades apilando fajos de dinero uno sobre otro.
Según Nature, una de las publicaciones científicas más prestigiosas, los seres humanos tenemos mecanismos biológicos que intentan evitar los comportamientos deshonestos.
A esa sensación la llamamos popularmente tener conciencia o escrúpulos.
Cuando mentimos o robamos la reacción natural de nuestro cerebro es producir un estímulo emocional que nos hace sentir incómodos.
Esos reflejos, que se pueden medir, son el fundamento sobre el que trabajan los detectores de mentiras.
Marcelo Odebrecht posa y detrás de él la vista de varios edificios. 
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Image caption Marcelo Odebrecht era considerado uno de los hombres de negocio más poderosos de Brasil. Fue condenado a prisión por ser parte de la trama de corrupción de Petrobras.
Sin embargo, si tenemos comportamientos deshonestos una y otra vez, al igual que sucede con otros estímulos o incluso con ciertas drogas, la respuesta del cerebro ya no es la misma.
En resumen, el estudio demuestra que el cerebro deja de reaccionar ante actos deshonestos continuos.

De menos a más

Pero ningún corrupto empieza su carrera metiéndose fajos de dinero público en los bolsillos.
Especialistas de University College de Londres observaron que actos deshonestos menores o casi irrelevantes son los que llevan pronto a cometer delitos más graves.
Ex presidente de Nicaragua, Arnoldo Alemán, saluda a sus seguidores. Viste camiseta roja. 
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Image caption El ex presidente de Nicaragua Arnoldo Alemán fue enjuiciado y condenado por corrupción en su país. Transparencia Internacional calificó su gestión como "acaparamiento de poder".
80 voluntarios fueron puestos en situaciones en las que podían engañar para obtener beneficios personales a costa de otros.
Se les pidió individualmente calcular las monedas que había en un frasco de vidrio sin que otro participante pudiera verlo.
Luego tenía que decirle el monto para que ambos pudieran dividirse el dinero de forma equitativa.
A lo largo de las varias fases del experimento, las pequeñas deshonestidades de quien estaba a cargo de contar el dinero fueron creciendo de forma progresiva.

Sin escrúpulos

El experimento midió en paralelo la actividad cerebral de los participantes y registró que la reacción de un área conocida como amígdala, en el lóbulo temporal, fue intensa durante el primer engaño.
Con la sucesión de deshonestidades, la actividad en la zona encargada de producirnos un estímulo de incomodidad se debilitaba de manera gradual.
Radiografía de un cerebro 
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Image caption El estudio registró las respuestas del cerebro ante la deshonestidad. La reacción disminuye con el número de transgresiones.
Y mientras mayores las transgresiones, menores las resistencias emocionales.
Para decirlo coloquialmente, el estudio probó de manera científica la frase "perder los escrúpulos".
Pero eso no es todo, a través de la resonancia magnética los científicos lograron predecir los niveles de deshonestidad de los participantes de acuerdo a su actividad cerebral.
Dos jóvenes se pasan la respuesta de un examen a escondidas 
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Image caption Actos deshonestos menores, como hacer trampa en un examen por ejemplo, debilitan el mecanismo biológico que nos impulsa a actuar correctamente.
"Aunque sean pequeños, cometer actos deshonestos puede gatillar un proceso que lleva a graves actos de deshonestidad", señalan las conclusiones.
No es difícil imaginar que aquellos personajes que asociamos a la corrupción comenzaron cayendo en situaciones de deshonestidad que parecían irrelevantes.
Y son esas pequeñas tentaciones a la que la mayoría ha debido enfrentarse alguna vez.


Publicado por: http://www.bbc.com/mundo/noticias-37765601?post_id=913502462071756_1134050043350329#_=_





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