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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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miércoles, 20 de enero de 2010

Avatar: "Las películas son los recuerdos de nuestra vida. Tenemos que mantenerlos vivos"

Por Orlando Alonso Mazeyra, poeta y amigo, a quien agradezco por hacernos llegar el siguiente artículo, a mi entender muy bueno y por supuesto recomiendo su lectura y difusión:

Con cada día, mejoran mis sentidos.
Cada día que pasa van mejorando mis sentidos.
Es como el fluir de un arroyo... ínfimos sentidos y sonidos.
Ella siempre habla de la energía
que fluye en animales espirituales,
es realmente difícil de comprender.
No sólo se trata de ponerle un ojo a todo allí afuera.
Tienes que escuchar lo que ella te dice
"Trata de ver el bosque" (...)
Traté de entender esta profunda conexión
que la gente tiene con el bosque.
Ella lo denomina como una red de energía
que fluye en todas las cosas con vida.
Ella dice que la energía es prestada
y que un día tienes que devolverla.

El domingo pasado, por la noche, me emocioné al ver el tributo a Martin Scorsese en la Premiación de los Globos de Oro. Entre otras cosas, dijo que "Las películas son los recuerdos de nuestra vida. Tenemos que mantenerlos vivos". Y se dio un tiempo para citar a William Faulkner: "El pasado nunca está muerto, ni siquiera es pasado". Todo esto al recibir el premio Cecil B. Meville.

Hoy, acabo de ver Avatar, la nueva película de James Cameron (Canadá, 1954), el director de cine de la -hasta ahora, porque precisamente Avatar va camino a desplazarla- película con mayor recaudación en la historia del cine: Titanic.

Dicen que las comparaciones son odiosas, y, además de torpe, sería muy apresurado de mi parte el tratar de decantarme por una de estas películas (recordemos que Cameron ya había entrado con excelencia en las pantallas de nuestras casas gracias a un clásico como Terminator/Exterminador).Siempre que, con mucho esfuerzo, trato de dejarme llevar por una historia en 3D o con animaciones, parto con una cierta animosidad, que en la mayoría de los casos resulta siendo un velado prejuicio. No pensaba darle una oportunidad a Avatar, pero a Cameron le debo no pocas emociones, algunas lágrimas y muchísimas repeticiones de ese clásico que pasará a la historia del cine y que seguirán viendo de acá a 10 centurias: la historia del Titanic.La premiación de los Globos de Oro fue el espaldarazo final para apostar por esta película de más de dos horas que, sin duda, vale la pena ver. Historia futurista (acá otro prejuicio, para este realista a rajatabla) sobre un amor entre dos razas distintas: la humana y una raza de otro planeta con un marcado aliento felinesco.

Cameron hace todo lo posible por escapar de un panfleto ecologista y, quizá, uno no sabe si al final lo consigue. Pero, en estos tiempos en que la protección del planeta está tan en boga (de la boca para afuera), la película resulta siendo un gran acierto. Sabe conmover, de manera controlada -aunque a muchos los está haciendo pensar en el suicidio- y, por ratos, nos vemos envueltos en un cine de 'compromiso', si vale el término,Seguramente Titanic y su atroz realismo (con fechas exactas y un gélido número de muertos, pero con valor agregado determinante de Rose y Jack Dawson) seguirá por encima de Avatar, con su futurismo que -por eso mismo- me resulta tan difícil de hacer mío. Eso no me exime de comprender a todos aquellos muchísimos congéneres que están entrando fuertes depresiones y pensamientos suicidas luego de ver 'Avatar'. (hay que aceptar que otro mundo es posible, ese será un paso importante). Mientras tanto, será mejor dejar pasar un poco de tiempo: días, meses, años. Admito que las secuelas casi siempre son nefastas (Cameron dice que será una trilogía y eso lo puede mandar al despeñadero). Es probable que en los premios Oscar, Cameron la vuelva a romper: lo que no sé es que si, de acá a cien años, Avatar será una película tan valorada como Titanic. Lo que sí sé es que si no captamos el mensaje -porque toda película trae consigo mensaje(s)-, ya no estaremos. Quiero decir, no estarán ni nuestros hijos ni nuestros nietos. Y el cine también habrá muerto.

Para leer más sobre Avatar, clic acá.

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