
Los trenes de Bombay, que transportan seis millones de pasajeros por día, violan las leyes de la física: en ellos entran muchos más pasajeros que los pasajeros que en ellos caben.
Suketu Mehta, que sabe de esos viajes imposibles, cuenta que...
Quien pierde el tren, pierde el empleo. Y entonces, de los vagones brotan brazos, brazos que salen por las ventanillas o
cuelgan desde los techos, y ayudan a trepar a los rezagados. Y esos
brazos del tren no preguntan al que viene corriendo si es extranjero o
nacido aquí, ni le preguntan qué lengua habla, ni si cree en Brahma o en
Alá, en Buda o en Jesús, ni le preguntan a qué casta pertenece, o si es
de casta maldita, o de ninguna casta.
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