Mucho se ha hablado del apoyo que el Apra, por decisión propia, le está
dando a quienes están a favor de la revocatoria de la alcaldesa de
Lima, Susana Villarán, y sus 39 regidores. Sin embargo, fuera de las
intenciones ocultas que esta alianza debe de tener, resulta una
contradicción ver que el partido que engendró, según comentarios en
blogs y en redes sociales, al peor alcalde de la historia de Lima se
encuentre ahora criticando a una alcaldesa que trabaja, pero, sobre
todo, que trabaja con honestidad y sin tocar un sol del dinero de todos.
La razón es que...
para las personas de frágil o conveniente memoria, así como para los más jóvenes, el primer gobierno del Apra, entre 1985 y 1990, es solo un mal y lejano recuerdo. Sin embargo, algunos peruanos lo recuerdan en virtud a la huella indeleble que dejaron las manos apristas sobre la política nacional (sin pasar a comentar el forado en las cajas del Estado) y, aunque se acuerden menos personas, sobre la propia ciudad de Lima, de la que Jorge del Castillo fue alcalde entre el 1 de enero de 1987 y el 31 de diciembre de 1989.
Y no es que Del Castillo no haya hecho nada durante su gestión. Esas afirmaciones solo se le ocurren a la prensa malintencionada, por supuesto (!!!). Porque precisamente el desprestigio del Apra viene por hacer, y Del Castillo colaboró con esa idea generalizada con el empeño de un tren sin frenos.
LA PRIMERA DE JORGITO
Corría el segundo lustro de la década de los 80, y mientras el Perú se recuperaba de los primeros y jóvenes manotazos políticos de Alan García como presidente de la República, quien aún tenía al respetable metido en los bolsillos, Lima eligió sorpresivamente, y a pesar de que en la misma contienda electoral participaban exitosos exalcaldes como Alfonso Barrantes y Luis Bedoya Reyes, a Jorge del Castillo.
¿Y qué hizo Del Castillo durante su gestión? En obras, nada más allá de un corredor vial en la avenida Alfonso Ugarte justo frente al local de su partido. Aún se comenta que fue denunciado en la Fiscalía de la Nación durante esos años por usar irregularmente recursos municipales de Inversiones Metropolitanas (INVERMET), algo que nunca se pudo comprobar.
OBRAS NO SON AMORES
Algunos memoriosos recuerdan que, justo cuando el terrorismo arreciaba y la situación de la ciudad era cada vez más caótica a causa del terrorismo, los apagones, la delincuencia, la basura acumulada, el tráfico y la informalidad de los ambulantes (quienes tomaron la capital durante esa gestión), un buen día, a Jorge del Castillo se le ocurrió marcharse a Seúl en momentos en que en esa ciudad se llevaban a cabo las Olimpiadas.
Cuando después de unos días regresó, Del Castillo juró y rejuró que no había ido a ver las competencias deportivas, sino que fue dispuesto (según sus propias declaraciones) a comprar buses “para aliviar” el caos en el transporte urbano. ¿Alguien los habrá llegado a ver? Porque cuenta la historia que esos buses luego iban a ser chinos y finalmente nunca fueron nada.
También, cómo olvidar la supuesta asesoría de imagen y encuestas que pagó el entonces alcalde aprista a una empresa para que semanalmente le diera un informe sobre su popularidad, todo pagado por las arcas municipales. O los problemas en la compra de alimentos para niños, los cuales estaban llenos de bichos, incompetencia que le ganó el apelativo de ‘gorgojo’ ante la opinión pública.
Además, claro, del inexistente tren de Vitarte a Callao, que se había convertido en la obra estandarte de su gestión y que nunca llegó a buen puerto o, mejor dicho, a ninguna estación.
Estas y otras ‘perlas’ de Del Castillo como alcalde de Lima lo convirtieron en blanco de las críticas, burlas y bromas de los cómicos y humoristas peruanos, quienes bautizaban como “la última de Jorgito” cada una de las terribles decisiones que el alcalde tomaba por la ciudad.
Y, aun así, se ha rumoreado que Del Castillo se relame cada vez que le hablan de la revocatoria, ya que está contemplando seriamente volver a postular al sillón municipal. Por esa y todas las cosas que hicieron (y dejaron de hacer durante su gobierno), ¿con qué cara piden los apristas a pedir una revocatoria?
MARIANO VÁSQUEZ
mvasquez@diario16.com.pe
Fuente: http://diario16.pe/noticia/21941-a-quae-sabe-el-apra-de-gestiaon-municipal
La razón es que...
para las personas de frágil o conveniente memoria, así como para los más jóvenes, el primer gobierno del Apra, entre 1985 y 1990, es solo un mal y lejano recuerdo. Sin embargo, algunos peruanos lo recuerdan en virtud a la huella indeleble que dejaron las manos apristas sobre la política nacional (sin pasar a comentar el forado en las cajas del Estado) y, aunque se acuerden menos personas, sobre la propia ciudad de Lima, de la que Jorge del Castillo fue alcalde entre el 1 de enero de 1987 y el 31 de diciembre de 1989.
Y no es que Del Castillo no haya hecho nada durante su gestión. Esas afirmaciones solo se le ocurren a la prensa malintencionada, por supuesto (!!!). Porque precisamente el desprestigio del Apra viene por hacer, y Del Castillo colaboró con esa idea generalizada con el empeño de un tren sin frenos.
LA PRIMERA DE JORGITO
Corría el segundo lustro de la década de los 80, y mientras el Perú se recuperaba de los primeros y jóvenes manotazos políticos de Alan García como presidente de la República, quien aún tenía al respetable metido en los bolsillos, Lima eligió sorpresivamente, y a pesar de que en la misma contienda electoral participaban exitosos exalcaldes como Alfonso Barrantes y Luis Bedoya Reyes, a Jorge del Castillo.
¿Y qué hizo Del Castillo durante su gestión? En obras, nada más allá de un corredor vial en la avenida Alfonso Ugarte justo frente al local de su partido. Aún se comenta que fue denunciado en la Fiscalía de la Nación durante esos años por usar irregularmente recursos municipales de Inversiones Metropolitanas (INVERMET), algo que nunca se pudo comprobar.
OBRAS NO SON AMORES
Algunos memoriosos recuerdan que, justo cuando el terrorismo arreciaba y la situación de la ciudad era cada vez más caótica a causa del terrorismo, los apagones, la delincuencia, la basura acumulada, el tráfico y la informalidad de los ambulantes (quienes tomaron la capital durante esa gestión), un buen día, a Jorge del Castillo se le ocurrió marcharse a Seúl en momentos en que en esa ciudad se llevaban a cabo las Olimpiadas.
Cuando después de unos días regresó, Del Castillo juró y rejuró que no había ido a ver las competencias deportivas, sino que fue dispuesto (según sus propias declaraciones) a comprar buses “para aliviar” el caos en el transporte urbano. ¿Alguien los habrá llegado a ver? Porque cuenta la historia que esos buses luego iban a ser chinos y finalmente nunca fueron nada.
También, cómo olvidar la supuesta asesoría de imagen y encuestas que pagó el entonces alcalde aprista a una empresa para que semanalmente le diera un informe sobre su popularidad, todo pagado por las arcas municipales. O los problemas en la compra de alimentos para niños, los cuales estaban llenos de bichos, incompetencia que le ganó el apelativo de ‘gorgojo’ ante la opinión pública.
Además, claro, del inexistente tren de Vitarte a Callao, que se había convertido en la obra estandarte de su gestión y que nunca llegó a buen puerto o, mejor dicho, a ninguna estación.
Estas y otras ‘perlas’ de Del Castillo como alcalde de Lima lo convirtieron en blanco de las críticas, burlas y bromas de los cómicos y humoristas peruanos, quienes bautizaban como “la última de Jorgito” cada una de las terribles decisiones que el alcalde tomaba por la ciudad.
Y, aun así, se ha rumoreado que Del Castillo se relame cada vez que le hablan de la revocatoria, ya que está contemplando seriamente volver a postular al sillón municipal. Por esa y todas las cosas que hicieron (y dejaron de hacer durante su gobierno), ¿con qué cara piden los apristas a pedir una revocatoria?
MARIANO VÁSQUEZ
mvasquez@diario16.com.pe
Fuente: http://diario16.pe/noticia/21941-a-quae-sabe-el-apra-de-gestiaon-municipal
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