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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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miércoles, 25 de mayo de 2016

¿Cuánto (nos) cuesta la corrupción?


"...si bien existen reacciones de protesta y movilizaciones donde se evidencia corrupción, ellas no son constantes. Esta la asumimos como algo normal, se diluyen  las in­dignaciones, se le  asume con una naturalidad fatal.
Javier Barreda 
Se calcula que el costo de la corrupción alcanza el... 8.9% del PBI; aproximadamente 11 mil millones de soles (Informe Contraloría 2016). Ese monto equivale a todo el presupuesto del sector Educación y es siete veces el presupuesto de Jus­ticia. Hace un año, Diego Ma­cera, en El Comercio, escribía que el 92% de los alcaldes del país (casi 1700 de 1841) son investigados por actos de co­rrupción “vinculados a los deli­tos de peculado de uso, malver­sación de fondos, negociación incompatible y colusión”. Son millones, por ejemplo, que se van al pago de coimas por asig­nación de obras públicas.

El economista Tomas Pikke­ty escribía que la desigualdad es “violenta simbólicamente”, no es una agresión física, pero agrede a la sociedad y ésta la consciente como normal. El sociólogo Pierre Bourdieu también usó este concepto. La des­igualdad es asumida con “nor­malidad”, y aunque es impues­ta socialmente, se asume como natural en la vida cotidiana. La corrupción, igualmente, es vio­lenta simbólicamente; agrede nuestras vidas y corroe nues­tra legitimidad sobre el siste­ma; y si bien existen reacciones de protesta y movilizaciones donde se evidencia corrupción, ellas no son constantes. Sobre todo se hace normal, diluye in­ dignaciones, se asume con una naturalidad fatal.
Muchos peruanos asumen pasivamente y como “natural” la corrupción; cómo los recur­sos públicos se van a manos privadas por el acceso clien­telista al poder; cómo funcio­narios públicos se benefician de su posición y poder. Los cos­tos de corrupción son ya par­te de las diversas canastas fa­miliares (la coima es parte del presupuesto); ésta desalienta y diluye la legitimidad de los Gobiernos y expande un vi­rus de desconfianza en el sis­tema político. Según Proética (Informe 2015), el 46% de pe­ruanos considera a la corrup­ción como el principal proble­ma del Perú.
La corrupción expandida na­cional y subnacionalmente tie­ne inmensos costos sociales y económicos: menos recursos para los más necesitados, obras públicas sin calidad, negocios bloqueados, inversionistas pos­tergando proyectos, etc. Des­de el Poder Judicial o la políti­ca no hay respuestas efectivas aún, los Estados son sustraídos desde dentro y fuera. Pero lo más costoso es la secuela de la violencia simbólica, es la na­turalización de la corrupción, la reproducción ampliada de la desconfianza entre todos y hacia las instituciones. Ello tie­ne un inconmensurable efec­to depredador en la cohesión social y en nuestra democra­cia. Actuemos.
Publicado en Exitosa Diario, 12  de mayo del 2016


Publicado en: https://javierbarreda.lamula.pe/2016/05/12/cuanto-nos-cuesta-la-corrupcion/javierbarreda/

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