La escena iberoamericana
SEGUNDA PARTE
Una idea de Dragún hace resonancia en el mundo del teatro. Se juegan ideas en movimiento. Se
gesta a ritmo vertiginoso el fenómeno de Teatro Abierto. Actores,
directores, escenógrafos, técnicos y autores gestan la epopeya. A
velocidad sorprendente. El teatro se recupera e inventa su nueva
identidad de combate. Su nueva forma de resistencia. Existían
antecedentes estéticos e ideológicos que siempre supieron preservar su
ética.
El Payró es uno de ellos. Doy fe por Galíndez y Telarañas.
Bombas, allanamientos y...
exilios. Pero Teatro Abierto fue un fenómeno
multiplicador que abarcó a todos. Sin sujetos propios. El fenómeno
cultural de Teatro Abierto no tenía sujeto. Se inventa sobre la marcha
una nueva individuación cultural cuerpo a cuerpo. El público fue también
protagonista activo del acontecimiento. El teatro descubre entonces su
tremenda capacidad de acción. Se desbloquea en el acontecimiento. Su
público se incorporó como en los deportes nuevos (surf, ala delta)
insertándose en la ondulación expansiva del movimiento cultural. El
movimiento es rizomático. Puro devenir. Existe entonces un mundo de
ponerse en órbita. Ponerse en el movimiento de una gran ola expansiva.
La bomba que destruyó el Teatro Picadero fue la respuesta al riesgo de
la acción militante. Intentó paralizar la gesta. Meter miedo. Incendiar.
Su oficio. Pero sólo logró destruir el edificio, porque la gesta rebasó
la anécdota. Existía demasiada intensidad. Demasiadas pasiones entre
todos. Y la mejor vacuna contra el miedo es el cuerpo social solidario
en movimiento. Entonces Teatro Abierto se desterritorializó y se
inventaron nuevos espacios, nuevas solidaridades. El público otra vez
rebasó los teatros y los espacios nuevos. Teatro Abierto produjo nuevas
subjetividades en la cultura del terror: nuevas éticas solidarias y el
descubrimiento de que la capacidad de invención de un grupo humano en
movimiento es incalculable. Hasta dónde puede un cuerpo. Hasta dónde
puede un grupo. Teatro Abierto no puede explicarse sólo por las
condiciones histórico-políticas que lo contextuaban. En un sentido fue
un desvío de la historia. Puede haber circunstancias históricas que
intenten explicarlo, pero estas mismas circunstancias no llegan a
explicar en sí la intrinsiquedad de la expansión micropolítica. La
recuperación de la identidad cultural como grupo. La recuperación del
sentido. Las dictaduras, a veces, cuando no matan, estimulan la
imaginación. Tenemos que recuperar la mística del teatro. No se están
jugando sólo las posibilidades para futuras nuevas producciones. Se
juega nada más y nada menos que la recuperación del sentido de hacer
teatro hoy. Tenemos que reinventarnos otra vez. Crear nuevos
dispositivos que permitan recuperar nuestra potencia transformadora.
Nuestra micropolítica. Resistir es resingularizar hoy nuestra identidad
cultural.
Mis últimas obras (Sólo brumas y Asuntos pendientes) no
son sino un intento de feroz réplica a la represión y censura del teatro
en la dictadura y aun en la democracia donde funciona mucho la
autocensura. El teatro debe ser en Latinoamérica una subversión a las
ideas opresoras de su libertad expansiva. Siempre el teatro es
subversivo, subvierte y siempre es válido su espíritu militante. Así lo
pienso yo a los 80 años, todavía en los escenarios como actor y como
autor.
EDUARDO PAVLOSKI
Fuente: https://www.facebook.com/marioalejandro.delgadovasquez/posts/10203280903008534
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