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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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jueves, 14 de febrero de 2013

El circo parlamentario (22): El análisis costo-beneficio que nunca hacen


Si han tenido la mala suerte de verse en la obligación de leer proyectos de ley se habrán dado cuenta de que todos tienen al final un subtítulo que dice “análisis costo-beneficio”.  Y muy probablemente debajo de ese subtítulo habrá un parrafito que diga que el presente proyecto de ley no genera nuevos gastos y que beneficiará a la población.  Y entonces se podrán dar cuenta si el congresista que presentó ese proyecto es...
serio o si es cualquier mequetrefe.
Porque decir que no genera gasto y que beneficia a todos no es un análisis costo-beneficio.  Quizás no sea necesario saber qué es un análisis costo-beneficio en la vida diaria de un peruano promedio.  Pero si eres congresista es como que tu chamba saber de qué se trata.  No digo que sepas hacer uno, que es harta chamba y algo complejo.  Sino que por lo menos sepas qué es.

Primero: Qué es un análisis costo-beneficio.
Se refiere al ejercicio de contrastar todo lo que vamos a ganar si se aprueba ese proyecto de ley con todo lo que vamos a perder.  Lo ideal sería que lo que se gana sea más de lo que se pierda, de lo contrario el proyecto no debería pasar.  Y eso que se gana y que se pierde no solo es dinero.  Puede ser prestigio, puede ser vidas humanas, puede ser agua, etc.  Pero como en este mundo simplemente no se puede comparar dos vacas con cinco manzanas, tenemos que tener una unidad de medida intermedia que nos diga cuál de las dos cosas es más valiosa.  Por eso usamos el dinero como unidad de medida.  Dos vacas valen un monto de dinero.  Cinco manzanas valen otro monto de dinero.  Si con un proyecto de ley estamos ganando dos vacas, pero perdemos cinco manzanas, la única manera de saber si estaremos mejor es si le ponemos valor a cada vaca y a cada manzana, sumamos todo y vemos cuál de las dos situaciones nos conviene.
Esto puede llevar a pensar que alguien que hace análisis costo-beneficio lo ve todo dinero y que solo le importa el dinero.  Ése no es el caso.  Lo que sucede es que si no usamos esa escala de medida, no se puede hacer comparaciones.

Segundo: Qué es un costo.
Habiendo dicho que el análisis costo-beneficio se hace midiendo dinero, hay que aclarar que eso no quiere decir que solamente se incluyen conceptos que se puedan vender o comprar.  Por ejemplo, podemos estar hablando de un proyecto de ley que previene problemas médicos.  Entonces, uno compara lo que cuesta la medicina que se usará en el programa de prevención contra lo que costará luego el tratamiento de esa enfermedad si no se hubiese previsto.  Pero además, personas que tienen que vivir con una enfermedad encima por mucho tiempo ven su calidad de vida reducirse fuertemente.  Eso también tiene un valor.  Y que esa persona por estar en una cama enfermo por semanas no podrá ir a trabajar.  Ese dinero que deje de recibir por estar en cama también se cuenta (pero que en realidad no existe, porque nunca lo recibió).
¿Me explico? Es una vaina complicada.  Incluye muchos conceptos económicos como el costo de oportunidad (lo que habrías recibido si hubieses hecho la mejor otra opción) y traer a valor presente cosas que creemos que tienen cierto valor en el futuro.  Es algo que no se puede hacer en un parrafito que diga “no le genera gastos al gobierno, pero sí mucho beneficio”.

Tercero: Qué *no* es un costo. Además (y esto es importante), los gastos son otra cosa.  Un gasto no es un costo, son cosas diferentes.  Un gasto es cuando pagas por algo.  Por ejemplo, la cuenta de electricidad.  Eso es un gasto.  O la comida.  O la gasolina.  Esos son gastos.  Un costo es un concepto mucho más amplio y por momentos incluso abstracto.
Un costo tampoco es una movida de un presupuesto a otro.  Si por el proyecto de ley hay un costo que ya no lo asumirá el Ministerio de Energía y Minas, sino el Ministerio del Ambiente, no importa.  Sigue siendo un costo que el Estado tiene que asumir.  Quizás la movida genere una mejora en eficiencia y eso genere un ahorro en gasto, pero eso es otra cosa.
Esto último se aplica muchas veces a grandes congresistas astutos que presentan proyectos de ley que buenamente lo que hacen es trasladar costos de hacer algo que el Estado debería estar haciendo al sector privado.  Ese ahorro que le causan al Estado no es un beneficio para la sociedad, porque las empresas privadas son parte de la sociedad.
Entonces, queda claro que un análisis costo-beneficio es mucho más que decir “este proyecto no le genera gasto adicional al Estado”.  Es muchísimo más que eso.  Y decir eso revela que nunca entendiste de qué se trata un análisis costo-beneficio y, lo que es peor, que te importa un rábano la mejora en el bienestar de las personas.  Y es que sacar un proyecto de ley por la dignidad de los viejitos o porque es una necesidad histórica puede tener sentido en sí mismo… ¡Pero igual tienes que saber lo que le costará a la sociedad! Si no, es irresponsable.
Lamentablemente se ha vuelto una tradición en nuestro Congreso surrarse en esa nota.  Aunque no todos.  Hay algunos casos raros que sí hacen su tarea.  Y por otro lado, hay quienes simplemente se surran del análisis costo-beneficio y otros que lo elevan a un nivel de bella arte.  Con un poco de suerte en siguientes posts les muestro ejemplos.
(Dibujito de arriba: http://shushko.blogspot.com)

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