Por: Francisco Belaunde Matossian
Para "Diario16"
Alejandro Toledo y Susana Villarán tienen un primer punto en común: el
intenso fuego de artillería mediática al que fueron sometidos no bien
empezaron sus respectivas gestiones, como presidente de la República el
primero y como alcaldesa de Lima la segunda.
Ninguno de los dos pudo gozar de la “luna de miel” que caracteriza el
comienzo de los mandatos. Antes bien, fueron “obsequiados” con una “luna
de hiel”, para utilizar el título de una película de Roman Polanski.
Así, portadas y titulares estridentes, confeccionados, no con el afán de
informar sino de demoler, fueron sucediéndose desde muy temprano en su
contra.
Un segundo punto en común, relacionado con el primero, es...
la amenaza de
una terminación abrupta de sus respectivos mandatos. En el caso de
Alejandro Toledo, la posibilidad de la vacancia fue planteada en
diversas oportunidades. Susana Villarán, por su parte, enfrenta
actualmente un proceso de revocatoria.
Sin duda, ambos personajes, en otra coincidencia, se esmeraron en
proporcionar municiones a sus enemigos, y el resultado fue una caída
vertiginosa en sus respectivos índices de popularidad.
Sin embargo, para cualquiera de buena fe, es obvio que la interrupción
del mandato de una autoridad elegida, aunque prevista en la
Constitución, es un acto extremo, con serias implicancias desde el punto
de vista de la estabilidad institucional, y, en particular, en un país
como el nuestro, que tiene todavía bastante camino por recorrer en ese
terreno.
Cae también por su propio peso, y más aún en la perspectiva de lo
señalado, que para evaluar una gestión se debe poner en la balanza todos
los aspectos: los positivos y los negativos, los más visibles e
impactantes y los menos visibles. También, por cierto, debe considerarse
el factor tiempo en la maduración de iniciativas y acciones.
En esa óptica, no es ninguna sorpresa que un buen número de empresarios
y personalidades no particularmente proclives a Villarán se hayan
pronunciado claramente a favor de que siga en su cargo. Ello a despecho
de ser tildados de “liberales castrados”. En cambio, más allá de
políticos con agendas partidarias, casi no hay líderes de opinión de
peso y prestigio que apoyen pública y decididamente la revocatoria de la
alcaldesa.
Fuente: http://diario16.pe/noticia/21683-alejandro-susana-y-la-institucionalidad
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