Gritos de libertad

Tripaloca quiere contar una historia, quiere contar su muerte, cómo intentó escapar de ella con la ayuda de su amigo Tartaloro, (Tarta por tartamudo y Loro porque… habla como mierda). Dos centinelas del más allá han venido a llevárselo, flaco como él solo, pero no porque quiere sino porque no tiene. La tuberculosis, ese mal que mata a más personas en el país, lo consume a pasos agigantados. Y es allí donde empieza su calvario, la muerte ya le ha notificado su partida y quiere hacerla efectiva. “Ni he cumplido los 30”, se queja el payaso. “Toda edad es buena para.................... morirse. Apaga tu vela y tu corazón”, le responden los enviados.

Pero Tripaloca y Tartaloro, dos payasos que tienen la calle como domicilio y el parque universitario como centro de trabajo, encuentran la manera de burlar a la maldita muerte. La estrategia es el recuerdo, con cada recuerdo se alarga la vida. Es entonces que Tripaloca empieza a narrar las historias más conmovedoras y más intensas.


Tripaloca tose y en cada tos escupe también al Perú. Este país de violencia, de enfrentamientos, de racismo, de humillación, de miedo, de cobardía, de sueños y de risas. Debajo del reloj del Parque Universitario pelea por su vida, mide su tiempo, su respiración, se juega todo el partido de su existencia con una camiseta de la selección nacional de fútbol.


Y en tanto, mientras escupe nuestros errores, Tartaloro recita los poemas más intensos, sabe leer y escribir, apunta frases y letras, escribe la muerte de su compañero, escribe sus memorias para mantenerlo vivo. La memoria congela el olvido.


“Defiende tu tierra, defiéndete naturaleza con un huayco”, esgrime Tartaloro haciendo alusión a conflictos que coinciden con la actualidad. “¿Qué pasa si los policías cavan un túnel y los terroristas cavan otro túnel y esos dos túneles se encuentran? ¿Qué pasa Tripaloca?”. El silencio, los ojos horrorizados.


Pero el payaso también es amor, y cada tragedia tiene un vuelco de criollismo. Tripaloca con su TBC no es ajeno al deseo por una bailarina exótica. Pelea con sus prejuicios para alargar el sueño de su amor. “Si me hablas, me sacas de la cárcel y me compras pollo a la brasa, ¿cómo no me voy a enamorar de ti?”, le dice a la mujer que luego lo deja por un ambulante.


Las risas vienen y van, el llanto, la emoción. El público intercambia emociones en casi dos horas de actuaciones acertadas, de diálogos precisos, de verse a uno mismo en esos personajes que reivindican al payaso callejero que tiene voz y ojos de mundo pese a la pobreza y la indiferencia. Tripaloca ve la muerte todos los días por eso la enfrenta, pero es en el último minuto en el que su mensaje nos toca a todos. El payaso grita y su voz no se apaga. Y nos confronta, nos cachetea, grita para que lo escuchemos para que no seamos ciegos y sordos, para que nos indignemos y no nos llevemos sus chistes a un teatro de pitucos sino para que tengamos nuestra propia voz, la que sale del pecho, del corazón.

 Datos:

“¡A ver, un aplauso!”
-Dirigida por Roberto Ángeles
-Escrita por César de María
-Reparto: Manuel Gold, Nicolás Galindo, Daniela Baertl y Gabriel Iglesias.

DATO 2
-“¡A ver, un aplauso!” va desde el 21 de setiembre hasta el 22 de octubre del 2012 en el auditorio AFP Integra del Museo de Arte de Lima (MALI), ubicado en la avenida Paseo Colón, Cercado de Lima.

-Los viernes, sábados y lunes (populares) a las 8 p.m. Los domingos a las 7 p.m. Entradas en Teleticket y en la boletería del teatro a S/.30 (general) y S/.15 (estudiantes y jubilados).


Amanda Meza
ameza@diario16.com.pe

Fuente: http://diario16.pe/noticia/19351-gritos-de-libertad