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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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jueves, 14 de noviembre de 2013

¿Armas químicas en Chile?

armas quimicas 3
[1] El exdictador Augusto Pinochet habría conformado en 1974 una unidad de guerra bacteriológica en el Ejército de Chile ante un eventual ataque del Perú. [2] Michael Townley, ex agente de la CIA y la policía secreta chilena, asesinó con gas sarín a opositores de la dictadura en los años 80. [3] Pablo Neruda habría sido envenenado con sarín. [4] Manuel Araya, chofer de Neruda acusa a Townley de haber asesinado al poeta. [5] Orlando Letelier, otra víctima de la dictadura. [6] El expresidente Salvador Allende fue derrocado por Pinochet, quien ordenaría el asesinato de todos sus partidarios.

El colectivo cívico Grupo Basadre ha encendido las alarmas denunciando la posibilidad de que Chile tenga en...
su poder gas venenoso, capaz de desatar el infierno ante un eventual escenario de guerra. Ad portas del fallo de La Haya, analizamos los antecedentes “químicos” de nuestro vecino.
ESCRIBE: LLAMIL VASQUEZ V.
El ex comandante general del Ejército Roberto Chiabra y la historiadora María Elsa Pons Muzzo, en representa­ción del colectivo cívico-pa­triótico Grupo Basadre, advierten que si Chile oculta la posesión de armas químicas enturbiaría la confianza del Perú en que el vecino del sur cumpla con la sentencia de la Corte de La Haya sobre la controversia de delimitación marítima entre ambos países.
Chiabra declaró a Velaverde que el exdictador Augusto Pinochet (1973- 1990) habría conformado en 1975 una unidad de guerra bacteriológica en el Ejército de Chile, para utilizar gas sa­rín y la ultravenenosa toxina botulí­nica ante un posible ataque del Perú, que ya se veía venir entonces, y ase­sinar a los opositores de su régimen.
Razón no le falta al general en reti­ro, porque estas armas de destrucción masiva tienen la capacidad para elimi­nar a cientos de miles de personas de un cocacho. Ya la ex directora del Ins­tituto de Salud Pública (ISP) de Chile, Ingrid Heitmann, reveló recientemen­te en una entrevista a la agencia DPA, que en el 2008 descubrió en un subte­rráneo de ese organismo nada menos que “dos cajas llenas de ampollas con toxina botulínica, suficientes para ma­tar a la mitad de Santiago”.
La señora Heitmann matizó que fue presa de un miedo que casi la mata y lo único que atinó a hacer fue man­dar a incinerar silenciosamente las pe­ligrosas ampollas, esta vez sin mucho miedo, y sin informar al Gobierno de Michelle Bachelet (2006-2010) sobre tamaña decisión. “Me espanté. No pensé que pudieran ser importantes para un proceso judicial”, le dijo al pe­riodista Mauricio Weibel.
ASESINARON A EXPRESIDENTE
En Chile la revelación de Heitmann ha concitado la atención de los medios y de la justicia, porque se sospecha que el sanguinario Pinochet mandó ma­tar con dicha toxina, en diciembre de 1981, al expresidente opositor Eduar­do Frei Montalva, mientras este se sometía a una cirugía para extirparse una hernia, en la Clínica Santa María de Santiago.
En el 2009, el juez chileno Ale­jandro Madrid dictó una resolución judicial en la que establece que el fa­llecimiento de Frei Montalva “habría sido ocasionado por la introducción paulatina de sustancias tóxicas no convencionales” y ordenó la detención del exagente Raúl Lillo, de la temible Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta de Pinochet; del exchofer de Frei, Luis Becerra, y de los médicos Helmar Rosenberg, Sergio González, Patricio Silva y Pedro Val­divia. De más está decir que Pinochet “se salvó” de ser procesado como autor intelectual porque la señora muerte se le adelantó a la justicia.
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Chiabra comenta que “en el Perú muchos analistas se escandalizan de que Siria ha empleado gas sarín para matar a su misma gente, pero no se han pro­nunciado ante una posible posesión de Chile de armas químicas. Cómo es posible que la ex directora del Instituto de Salud Pública (ISP) de Chile, Ingrid Heitmann, haya destruido estas armas químicas sin dar cuenta a nadie y en un gobierno ‘democrático’ como el chileno”.
El ciudadano mapocho Guillermo Rodríguez, ex militante del Movi­miento de Izquierda Revolucionaria (MIR) chileno y sobreviviente de la te­rrorífica represión del régimen pino­chetista, piensa lo mismo y ha anun­ciado públicamente en su país que denunciará a la ex directora del ISP por destruir esas venenosas ampollas, ya que él fue una de las tantas víctimas sometidas a un lento y sistemático en­venenamiento por sustancias tóxicas. “Ella destruyó pruebas”, sostiene.
Rodríguez fue inoculado con botu­lín en la Cárcel Pública de Santiago y se salvó gracias a una campaña perio­dística para conseguir el antídoto en el extranjero. En 1981, en una operación dirigida presuntamente por el falleci­do ex químico de la DINA, Eugenio Berríos, fueron inoculados con la neu­rotoxina ocho presos políticos, dos de los cuales fallecieron.
LIQUIDARON A OPOSITORES
Según un reportaje del Centro de In­vestigación Periodística (Ciper) de Chile, Pinochet ordenó fabricar armas químicas en su país en el año 1975 para liquidar a los partidarios del expresi­dente Salvador Allende, que habían logrado escapar al exterior. El mismo Manuel Contreras, jefe de la DINA, le encargó el trabajito al norteamericano Michael Townley, ex agente de la CIA, en el tenebroso cuartel general de la policía secreta chilena.
El ‘gringo’ Townley también tenía la orden de asesinar con gas sarín al excanciller del exmandatario Salvador Allende, Orlando Letelier. El informe revela que “nunca se pudo establecer por qué el plan original de matar a Letelier arrojándole gas sarín en su al­mohada fue desechado. Se optó final­mente por la bomba que hizo estallar su auto en pleno corazón del barrio de las embajadas de Washington, el 26 de ese mismo septiembre”.
Chiabra considera que la Cancille­ría peruana debe pedir informes a su par de Chile por la sospecha de que todavía tiene armas químicas, que di­cho sea de paso están prohibidas por el Protocolo de Ginebra y la Convención sobre Armas Químicas, el cual es un tratado internacional firmado en 1993.
 “Cómo es posible que un país que el próximo año va a ocupar un puesto en el Consejo de Seguridad de las Na­ciones Unidas sea un país que tenga armas químicas. Cómo es posible que un país de nuestra región considera­da como pacífica y sin problemas no explique cuál es la necesidad de tener armas químicas que pueden emplear­las contra sus vecinos”, se pregunta Chiabra indignado.
“Chile se considera una democra­cia en camino a lograr el desarrollo en cuanto a economía, pero vemos que existe una desigualdad social y no cumplen con las normas del Derecho Internacional. No solo vendieron ar­mas a Ecuador durante el conflicto del Cenepa (1995), sino que ahora cuen­tan con armas químicas prohibidas en el mundo”, Chiabra dixit.
PERUANOS ENVENENADOS
La catedrática Pons Muzzo afirmó a este semanario que tiene informes que aseguran que en la época más dura de la dictadura de Pinochet, agentes de la DINA envenenaron con gas sarín a dos peruanos en Chile. “Ellos fueron se­cuestrados y murieron de la forma más espantosa y nunca se supo sus nombres y dónde fueron enterrados”, dice.
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 Ingrid Heitmann, ex directora del Instituto de Salud Pública de Chile.
“Yo no sé por qué hay temas que no se ventilan mucho. Aquí hablar de Chile es un tema tabú por cuestiones económicas, pero yo creo que hay que estar alertas. La Cancillería debería pedir informes a Chile sobre las ar­mas químicas ahora que el fallo de La Haya es inminente. El tema salió a la luz por los mismos medios chilenos y no por nosotros. Los peruanos debe­mos tener en claro que Chile siempre ha guardado una carta bajo la manga”, se pregunta.
Recuerda con desconfianza “que los antecedentes históricos de Chile no garantizan de que cumpla el fallo de La Haya, al igual que Colombia”. “Chile no cumplió con el tratado de Ancón (1883), porque no hubo un plebiscito en Tacna y la provincia de Arica a los 10 años de ser firmado. Los chilenos expulsaron a los peruanos que se resistían a renunciar a su nacio­nalidad, como ocurrió con mi abuelo Bartolomé Pons Salleres”, recuerda.
Pons Muzzo menciona que su pa­dre, el reconocido historiador Gus­tavo Pons Muzzo, creció con un in­menso amor a la patria, porque desde niño vivió la brutal “chilenización” impuesta en Tacna, donde nació en 1916 y años después, en 1925, vivió en carne propia el destierro con su fami­lia. Asimismo,la catedrática censura que el presidente Augusto Bernardino Leguía llegara en 1929 a un acuerdo con el Gobierno de Chile para que Tacna sea devuelta mutilada al Perú, a costa de entregar su provincia de Arica y parte de Tarata. “La frontera del Perú con Chile es la frontera de Leguía. Con este acuerdo los chilenos salieron ganando, porque se quedaron también con una parte de Tacna. Este es un hecho que nadie menciona, por­que se le tiene miedo a Chile”.
Pons Muzzo expresa su oposición a que el Perú se sumerja en una carrera armamentista, pero aclara que “todos los países deben estar bien dotados para hacerse respetar”, en especial si se tiene como vecino a Chile.
¿EL GRINGO QUE MATÓ A NERUDA?
En Chile, el juez Alejandro Madrid ya investigó a Michael Townley, quien ha aceptado que fue un agente sicario de la CIA y de la DINA. El chofer de Pablo Neruda, Manuel Araya, tal vez no pueda “escribir los versos más tris­tes esta noche”, pero ha identificado a Townley como uno de los falsos “mé­dicos” que trataron al poeta y Premio Nobel (1971), y lo acusó de envene­narlo en la Clínica Santa María.
Ahora el angelito Townley se en­cuentra cantando como pajarito por­que ya fue condenado y liberado a cambio de información. Está bajo el programa de protección especial de testigos y vive bajo otro nombre en algún lugar de los Estados Unidos. Townley ha confirmado que Chile fabricó gas sarín durante la dictadu­ra para ser usado en “una eventual guerra con el Perú”, pero luego fue utilizado para asesinar a los oposito­res políticos del sangriento régimen, entre quienes estaban exfuncionarios del derrocado Gobierno de Salvador Allende y militantes de izquierda.
“En esa época Perú tenía una fuer­za militar muy poderosa y la idea del sarín era poder usarlo como una arma defensiva en el norte de Chile (…) ese era el origen del proyecto”, confirmó Townley en el interrogato­rio al que fue sometido por el magis­trado Madrid.
Chiabra dice que “esto marca en primer lugar la desconfianza hacia el vecino del sur por su comportamien­to histórico y tiene relación con el es­cenario que se espera después de co­nocerse el fallo de La Haya”. Aquí en el Perú parece que las lecciones de la historia han caído en saco roto y es­peramos que a la hora de los loros no tengamos que apelar a la famosa frase de Chespirito: ¡Oh, y ahora quién po­drá defendernos!”

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