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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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viernes, 15 de noviembre de 2013

"Necesitamos de la ficción para ser más reales"


ana cabrera/ original para lamula.pe

LaMula.pe entrevistó al escritor Fernando Ampuero, cuya publicación más reciente es "Cuentos" (Planeta 2013).
Se convirtió en una víctima del error burocrático, sin ánimo de moverse del sitio en el que era agredido a pesar del miedo. De cuando en cuando, iban a buscarlo. Entonces, debía escuchar los quejidos de otros detenidos y soportar que...
cada vez fueran más violentos. Mudarse le tomaría, sin embargo, mucho trabajo, cambios... No era Miranda, era Mariano Robles, otro hombrecito simple de terno barato con un empleo simple también, correcto, además, con sus compañeros de trabajo y con las putas que reían de su ternura sobre su sofá. Vivía dentro un mugroso edificio del centro de Lima, cuya renta pagaba de manera puntual. Pero le iban siempre con lo mismo. Le preguntaban lo que no iba a poder contestar porque sencillamente era Mariano Robles y no ese tal Miranda, el muchachito subversivo que vivió en su departamento antes que él. Lo que le ocurrió lo cuenta Fernando Ampuero en "El departamento", cuento que pertenece a Deliremos juntos (1975)  que ahora forma parte del volumen Cuentos (completos), cuya edición estuvo a cargo de Planeta.
“Descubrir el mundo se convierte en un proceso muy largo, ¿sabes? Y yo creo que a través de El departamento encuentro un tono y un lenguaje, que puedo asumir de una manera más natural. Entonces me digo: “Esto es lo que quiero”. Uno puede elegir en la vida sobre todo cuando se es joven -y se ven aquí (señala el libro)- en mis cuentos juveniles dejo ver mis experimentos narrativos de los primeros años. ¿Y el resultado? Deseché lo barroco y opté por un lenguaje claro y sencillo. Me gustan los dos, eso si. El departamento retrata un aspecto de los problemas del terrorismo que padecía Lima; no se había publicado nunca un cuento sobre eso tema. Pero, bueno, no hay mayor mérito en esto, dado que yo era periodista y sabía de estas cosas antes que el resto de ciudadanos. El resto del país aun no sabía muy bien lo que eran los perros colgados y apagones... y con El departamento encontré mi prosa narrativa… una forma de narrar transparente y que busca también emoción y reflexión. Luego ya entro a MALOS MODALES o BICHO RARO”.
 
¿Crees que Malos modales es tu libro más exitoso?
Malos modales y Bicho raro, diría yo. Pero también hay lectores que gustan de cuentos que figuran en otros libros. Por ejemplo, Voces, La aventura, Cuarto del Oeste, Criaturas musicales y Gracias por la fantasía. Este último, Gracias por la fantasía, habla de una anti-taurina que se mete a una plaza de toros en México. Algo muy parecido a la señora de la protesta que salió semidesnuda hace poco en Acho… ¿la viste? ¡Qué horror! En fin… Pero volviendo a Malos Modales… este libro sale después de un largo silencio, de ocho o diez años porque yo estaba metido de pico y patas en el periodismo. Trabajaba entonces en Caretas, cuando el terrorismo nos tenía prácticamente tomados del cuello, con amenazas de bomba todo el tiempo, y pasábamos semanas sin agua y sin luz.  Escribía pero no publicaba. Durante toda esa época no sentí el impulso de publicar. Ya cuando termina el terrorismo empiezo a publicar de nuevo, pero yo había cambiado mucho: había recorrido muchísimo la calle…Iba al salón del primer ministro pero también a entrevistar a dirigentes o directo a los bares más rastreros de la ciudad y sabía cómo olía a cada rincón y me quedaba ahí. Mi vida había cambiado.

Y la tipa que subió adelante sigue oliendo a alcohol y a colonia de mercado. Es un personaje fugaz, pero que nos dejó una sonrisa adolescente y sorprendida (a quienes leímos Taxi Driver sin Robert de Niro sin haber sacado aún el DNI, claro). No tenía plata y hasta parecía decente. Pero algo más podía hacer para pagar la carrera.
"Instantes después me bajaba el cierre de la bragueta, con una turbadora aplicación y hundía su cara en mi entrepierna. La humedad de su boca, el movimiento de su cabello… No la pude detener. Quedé exhausto en el asiento, la cabeza echada hacia atrás, resollando". Cito

“Los personajes de mis cuentos se mueven entre la Lima callejera y la clasemediera burguesa, escenarios de muchos de mis cuentos. He dejado algunos de mis textos juveniles, pero atenuando en lo posible sus torpezas, y los he puesto porque yo he sido también esa persona cuando tenía 19 años. El grueso del volumen, sin embargo, son cuentos de mi etapa de madurez”.
 Así, pues, aparece Caramelo verde, una novela callejera. No es extraño este proceso, creo yo. Y no sé si realmente alcanzo mis objetivos. Mi única certeza es que la literatura es un milagro, hecho de palabras y heridas personales…
Los dos últimos cuentos son inéditos, ¿pertenecen a un proyecto posterior?
Uno compila sus cuentos completos pensando que se muere al día siguiente. Si me muero mañana estos son los míos. Los cuentos finales son huérfanos de libro, sueltos que quizá en algún momento se puedan reunir si sigo viviendo algunos años más. Tengo 64 y a partir de los 60 todo es regalado. Desde el cáncer que tuve -casi me muero- siempre he vivido como si fuera a morir ´mañana. Pero Largos de piscina con Julio Ramón es una crónica de memoria, con aliento narrativo de cuento. Es arbitrario presentarlo dentro de CUENTOS, pero ahí va. Además es un homenaje al maestro: a un escritor sorprendido de su éxito en las postrimerías de su vida. Fue ignorado como escritor y en sus últimos años vio el resplandor de una la multitud que empezó a amarlo. No dejaba de sorprenderse. Decía “no entiendo por qué les entusiasma tanto la vida mediocre y sombría de mis personajes” Y era el fantasma de la derrota.
¿Te has sentido atacado por la prensa?
El mundo está hecho para los ataques y halagos. Y todos los ataques se liberaron con la famosa polémica de andinos contra criollos: un desembalse de resentimientos. Un grupo de escritores que no sentían las caricias del reconocimiento nos culpó de publicar en el extranjero, de ser traducidos o vender bien aquí. Tienen la razón les dije, hay una mala distribución de la fama como de la riqueza en este país (risas) pero yo no soy responsable de eso. ¡Nos dijeron mafiosos y más! Será el mercado, las preferencias de los lectores, esas cosas. Pero a pesar de que tenían a los gacetilleros de su lado, seguíamos vendiendo. Yo, y lo digo con toda sencillez, soy un narrador que escribe de lo que conoce, del universo en el que ha vivido. Como  narradores limeños, urbanos  tenemos ese público. Me hubiera encantado escribir los temas de Arguedas, por supuesto, pero si lo hubiera hecho, en mi condición de limeño, todo habría resultado falso. Me encantaría escribir como Arguedas pero no podría, sonaría falso. No he vivido ni mamado de esa existencia. Puedo escribir de lo que conozco bien. Los escritores escribimos lo que llevamos dentro, no lo que nos imponemos. Entonces decir tajantemente que la literatura andina es lo único representativo  del Perú es una barbaridad. Me resigno al cuentista que soy, que es todo lo que he podido lograr. En resumen, no se puede decir que lo limeño no es representativo del Perú.
Y bueno hubo de todo. La gente se fue de lengua insultaron duro y parejo. Unos se acordaron de que un crítico les hizo tal cosa hace 40 años… Los políticos desaparecen, pero los escritores no, pasan 80 años y siguen ahí en el candelero, jodiendo, envidiando, alimentando sus odios… finalmente necesitamos de la ficción para ser más reales.

Fuente: http://redaccion.lamula.pe/2013/11/11/necesitamos-de-la-ficcion-para-ser-mas-reales/ceciliapodesta/

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