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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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domingo, 26 de enero de 2014

HILDA GADEA, LA ESPOSA PERUANA DEL CHE GUEVARA...

 "Me fastidia íntimamente cuando veo la publicidad para la hija de Aleida March, y nunca mencionan a su hermana. Bueno, todo está en el pasado, la historia es el pasado; estas personas de alguna manera pertenecen a la historia de nuestros pueblos.
Yo, por mi lado, siempre recuerdo sus palabras: “…porque lo amo, porque lo amo…”.
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Es muy cierto que la muerte del Ché Guevara marca profundamente a... mi generación. Personalmente, cada vez que veo las fotos del Che, el mito en que se convirtió para tantos idealistas y rebeldes del mundo – me dan ganas de pellizcarme para convencerme que fue la misma persona a cuyo lado hubo en tiempo clave, una mujer peruana que ha sido silenciada tal vez porque no tomo el fusil, porque su labor era otra en el Movimiento Revolucionario. Ella se llamaba Hilda Gadea. Pocas veces se la menciona, mas los hechos que forman parte de la historia no pueden alterarse por mucho tiempo. Esta peruana casi desconocida, tuvo gran influencia en la vida de Ernesto Guevara, al unirse con el Che y vivir, ella cuando su época de deportación a causa de su actividad política dentro del APRA, y el otro por trashumante y soñador discurriendo por Sudamérica, Centro América y México; Hilda quien ya conocía a Fidel Castro tiene el papel, hoy histórico, de introducirlos.

Hilda Gadea fue estudiante en la Universidad de San Marcos, donde se graduó en 1948 . Tuvo actividad partidaria intensa en el Consejo de Estudiantes de San Marcos cuando el líder aprista Luis Alberto Sánchez era Rector. Salida de la Universidad, fue pronto la primera mujer en el Comité Ejecutivo Nacional del APRA (CEN) y Secretaria de Economía.

En aquellos años la conocí y mantuvimos amistad cuando coincidimos en el Diario La Tribuna, en que daba yo mis pininos periodísticos. Era de carácter suave, observadora, y sonreía con facilidad, no era exactamente bella, pero tenía el aura del apasionado. Novata como era yo, no comprendía bien la profunda pasión que la animaba en el servicio al Partido del Pueblo. Nuestro enlace fue mas de mujer a mujer, es así como me habló de su marido Ernesto Guevara…y que andaba de viaje, y que tenia que seguir viaje…Ignorante estaba yo de lo que pasaba en Cuba y en Sierra Maestra, pienso que el papel que ella tuvo en acercar a la dirigencia del APRA con su predestinado marido, es de valor histórico.

El estaba esos días en Lima, Vivian en un departamento de la Calle General Garzon y una tarde me dijo “Vamos, se me ha hecho tarde y la bebe esta con su papá, tengo que ir..”

Y es así como la acompañé, subimos un piso y cuando abrió la puerta y entramos vi que era un modesto “lugar en que se vive” . Se oyó una voz varonil desde el dormitorio que decía ” -!Ya llegaste! ¿Quien está contigo?” -“Es una amiguita del diario, es poeta…” y nos reímos todos. Cuando entramos al dormitorio su esposo estaba echado en la cama, de costado, en camiseta sin mangas y la bebe que se llamaba Hildita era una gordita graciosa estaba jugando con algo, sentadita al lado de su padre. Tengo una foto de ellos dos en mis archivos que hoy no puedo localizar. A través de mis propios viajes y peripecias por mi propia disidencia o siguiendo parte de mi destino, muchas cosas me han tomado, y tengo temor de que alguien haya birlado esa tierna foto.

Nos fuimos a la cocina a hervir agua, nos sentamos sin nada de efusiones, era bien pacífico el ambiente, nuestro modo, él tomaba mate parece y tenia su bombilla argentina:, Hilda y yo nos preparamos te de ése fuerte que viene de nuestra selva.. Unos crocantes panes franceses habíamos comprado antes de llegar y con aceituna negras, como se usaba en Lima, los comimos disfrutando.

Y: “- ¿de que escribes?” –“Sobre el campo, mis recuerdos.”

“-..hmm, no mucho campo por aquí, che…” -“es que yo te hablo de las sierras..” Hildita era el centro, se portaba muy bien, no charlamos mucho mas que sobre el periódico La Tribuna en que ambas trabajábamos, unas preguntas sobre libros y poetas. Mencionó a Garcia Lorca. Nada mas. Era una persona nueva, diferente para mi, su acento argentino me era muy agradable. Con el tiempo he llegado a divagar que cuando él se volvio famoso las personas curiosamente lo empezaron a ver alto, mas grande y fuerte de lo que realmente fue.

Poco después Hilda me dijo que su marido se había ido. Me sorprendí. “-Hay algo político en Cuba”, me dijo. – “Y, por qué tiene que irse? - “No entiendes, hay una Revolución, hay gente que está en Sierra Maestra, allí esta el Che…” – “Y¿ por qué no has ido tu? No deberías haberlo dejado ir a una revolución..” – “-Es algo muy grande que esta pasando….”me respondió. – “Pero, mejor te vas”, dije al notar su aire entristecido. –“Y, con quién está? Me has dicho que hay guerrilleros y guerrilleras, mejor te vas, no debes dejarlo solo allí en esas sierras..” – “- Mira, Ceci, yo se lo que me quieres decir, pero ahora yo te pido que entiendas esto: lo dejo que esté en la revolución cubana, porque lo amo, lo amo…” Me parece oír hoy el sonido de esas palabras.

Me callé la boca y de allí en adelante me dediqué a informarme sobre lo que estaba pasando en Cuba, el rol del APRA a mediados de los 50s. Llegaban muchos cubanos por la redacción, conocí a otros dirigentes ya que trabajaba como editorialista; parecía que esperaban todos el nacimiento de un nuevo mundo, sino, me decía, cómo seguir adelante? Los entretelones de esos tiempos de relación de Fidel con al APRA, nunca los he conocido sino someramente.

El asunto es que triunfó la Revolución y era gran jolgorio. Empiezan a regresar a su isla los cubanos, y mas y mas personas vinculadas al Movimiento van yéndose a Cuba. Pero…Hilda... no se embarcaba, no iba, empezamos a sentirnos incómodos sus amigos; pero así fueron las cosas. El Ché para entonces ya tenia a Aleida March. Hilda y los amigos lo sabían, mas, armada de coraje cuando le tocó turno, se fue…Ella trabajó en alto cargo en el equipo de economistas de la triunfante Revolución Cubana. Yo me case y luego nos desconectamos.

Un par de años después en Lima, cruzando la Ave. Wilson, por el Paseo Colón, por allí me parece, voy por la berma central y veo en la acera al frente caminando a Hildaaaa!…estaba tan bien, elegante la vi, a gritos nos llamamos y nos saludamos con los brazos en alto..cruce rápido y nos abrazamos, tuve ganas de llorar, ella ahora era tan importante en el gobierno de Castro, viajaba por muchos países. Me dijo que había estado en Yugoslavia y etc., etc. Me olvidé de preguntarle por Hildita…Iba apurada a alguna entrevista muy importante y nos despedimos con muchos besos, recuerdo la tibieza de su cuello, el olor de su piel y su cabello. Nunca mas nos volvimos a ver. Nunca mas. Y tengo resentimiento por ello.

Supe que había muerto no mucho después, nunca he sabido qué le ocurrió, las circunstancias de su muerte. Y no hace mucho me he enterado que Hildita Gadea Guevara, la hija del Ché, también ha muerto. Me fastidia íntimamente cuando veo la publicidad para la hija de Aleida March, y nunca mencionan a su hermana. Bueno, todo está en el pasado, la historia es el pasado; estas personas de alguna manera pertenecen a la historia de nuestros pueblos.

Yo, por mi lado, siempre recuerdo sus palabras: “…porque lo amo, porque lo amo…”

(Cecilia Bustamante, 14 Octubre 2005)

Gentileza: Editorial Poetas Antiimperialistas de América.

 

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