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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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miércoles, 4 de abril de 2012

No era venezolano, tampoco brasileño

Luego de ser usado como contrapeso electoral del chavismo atribuido a Ollanta Humala, el modelo brasileño fue puesto de lado en el imaginario local. Brasil dejó de ser una idea de izquierdismo pragmático con éxitos sociales, para volver a ser empresas gigantes operando en el Perú. Pero los avances sociales bajo Lula y Rousseff entre 195 millones de habitantes merecen un recordaris.
Las mediciones muestran que entre el 2005 y el 2011 Brasil logró pasar a casi 64 millones de personas, casi un tercio de la población, del sector D/E al sector C, y del sector C al sector A/B. Esto significó dejar a solo 1% de los hogares del país en el sector E. Hoy la nueva clase media es el 55% de los brasileños.
Sin duda el contexto de esto es el maravilloso primer decenio del siglo en muchos países del mundo.
Pero otros países crecieron igual o más sin los mismos logros sociales. El año pasado la desigualdad en Brasil cayó por duodécimo año consecutivo, al nivel más bajo de su historia. Como en otros tiempos, los brasileños vuelven a autodefinirse, cada vez más, como...
el país del futuro.
Según la mayoría de los analistas y estudiosos, el vertiginoso ascenso en el Brasil, tiene como principales palancas:
a) La revalorización anual del salario mínimo. Una ley que establece que su aumento debe corresponder al porcentaje del crecimiento del PBI más la inflación anual.
b) Un sistema de jubilación por repartición y que incluye a los campesinos que no cotizaron.
c) Los programas sociales del gobierno, sobre  todo el Bolsa-Familia.
d) El crecimiento económico con baja inflación, preservando el poder de compra del salario y la generación de empleo.
Un hecho destacable es el aumento de los ingresos y del valor real de los salarios (no solo del salario mínimo), lo cual no se ha traducido en aumento de la informalidad, sino que al contrario la informalidad se redujo en el mismo periodo.
Vemos, pues, que la timidez social del gobierno peruano, más bien identificada con la buena marcha de los gobiernos anteriores, está bastante lejos de la fórmula brasileña. Es cierto que el Perú no tiene el mercado interno y la capacidad productiva del Brasil. Pero siempre será bueno tomar en cuenta lo que ha logrado un gobierno realmente progresista del otro lado de la frontera.
Recientes cifras muestran que desde el 2004 el Perú ha avanzado considerablemente en la lucha contra la pobreza, incluso más de lo que se pensaba. Pero quizás asumir algunos rasgos del modelo brasileño podría acelerar las cosas para quienes siguen haciendo cola en la necesidad, y hasta en la miseria.

Fuente: http://www.larepublica.pe/columnistas/observador/no-era-venezolano-tampoco-brasileno-01-04-2012

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