La explosión de una bomba de hidrógeno en 1952 puso el Reloj del Apocalipsis cerca de marcar el final de la humanidad
La explosión de la bomba de hidrógeno en
Eniwetok. (Foto courtesía de la National Nuclear Security Administration
/ Nevada Site Office)
Si una bomba de hidrógeno es detonada en medio del Pacífico y solo hay...
algunos para ver el acontecimiento, ¿realmente hace ruido? Sí. El 1 de noviembre de 1952, una bomba diez veces más potente que aquella que dejó siluetas en los muros de Hiroshima fue detonada en un remoto islote de un atolón llamado Eniwetok, en el Océano Pacífico, y el ruido que hizo puso al mundo al borde de la destrucción.
No es una interpretación antojadiza de las llamadas profecías mayas, sino una apreciación hecha por científicos. Al año siguiente, en medio de las pruebas nucleares de los Estados Unidos, la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago decidió colocar el Reloj del Apocalipsis a dos minutos para la medianoche, el punto más cercano desde 1947 en el que la tierra ha estado de la guerra nuclear.
La Segunda Guerra Mundial tiene la culpa. El Proyecto Manhattan era parte de la carrera armamentista de la lucha contra la Alemania Nazi y estaba compuesto por un grupo de científicos cuya tarea era tener una bomba atómica antes de que Hitler pudiera disponer de una. Robert Oppenheimer, Niels Böhr, Enrico Fermi y Ernest Lawrence, entre otros, contaron con el apoyo de Albert Einstein, que escribió una carta al presidente Roosvelt advirtiéndole del riesgo de que los nazis tuvieran esa arma. Tiempo después, cuando las bombas “Little boy” y “Fat man” arrasaron Hiroshima y Nagasaki, el físico lanzó una frase desoladora: “Debería quemarme los dedos con los que escribí aquella primera carta”.
“Mike”, la bomba de hidrógeno que desapareció la isla de Eniwetok, fue hija del Proyecto Manhattan. Y sus científicos quisieron advertir ese riesgo. En 1945, varios ex Manhattan fundaron en la Universidad de Chicago el Boletín de los Científicos Atómicos y dos años después apareció por primera vez el reloj del Apocalipsis en su portada marcando las 11:53 p.m. ¿Qué significa esto? Los creadores de este reloj, absolutamente simbólico, indicaban que cuando la publicación lo muestre marcando la medianoche estaremos ante un inminente desastre nuclear.
En 1953, un año después de las pruebas en Eniwetok, el Reloj del Apocalipsis ya estaba a dos minutos de la hecatombe. Los científicos aseguraron que la decisión de decir que el fin del mundo estaba tan cerca tenía que ver con la desaparición de aquel remoto islote, pero también con la respuesta de los rusos que empezaron el desarrollo de su propia Bomba-H en plena Guerra Fría.
Felizmente, como una prueba de que la humanidad no quiere desaparecer, el reloj retrocede: en 1960 el diálogo entre rusos y estadounidenses logró que el marcador regrese hasta los siete minutos antes de la medianoche. En 1972, luego de que EE.UU. y la entonces URSS decidieran firmar el “Tratado de Limitación de Armas Estratégicas” y el “Tratado de Misiles Antibalísticos”, llegamos a los 12 minutos antes de la destrucción. Acaso lo más cercano que hemos estado de la paz mundial.
Hoy el reloj ha sufrido cambios. No solo se preocupa de la destrucción de la raza humana por armas nucleares, sino que pone énfasis en la violencia y en las desgracias ecológicas. Todas esas variables acabaron poniendo el reloj a cinco minutos para las doce, como para recordar el destino de la isla de Eniwetok, que desapareció del mapa, pero cuyos corales se llegaron a restaurar al 70% por simple acción natural a medio siglo de la explosión que sacudió al mundo sin que lo supiéramos. Como para recordar que podemos ser mejores, y que el fin del mundo está tan cerca y tan lejos a la vez.
Fuente: http://elcomercio.pe/actualidad/1512301/noticia-dia-que-tierra-estuvodos-minutos-fin-mundo
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