Central nuclear de Fukushima 1 alcanzó un nivel de gravedad 6, a solo uno de Chernóbil. Hay 50 peruanos que todavía no son ubicados en la zona azotada por el tsunami.
TOKIO/BRUSELAS (Agencias).– Alerta máxima. El comisario europeo de Energía, Günther Öttinger, advirtió que el accidente nuclear en la central de Fukushima 1 de Japón está “fuera de control” y señaló que el país asiático vive un “apocalipsis” y “lo peor podría pasar en las próximas horas o días”.
El desastre nuclear sigue creciendo en torno a la planta de Fukushima Daiichi, afectada en cuatro de sus seis reactores por el terremoto que devastó el país asiático el viernes. La última explosión en su reactor 2 es la más preocupante según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), porque la contención primaria del reactor habría resultado dañada. La Autoridad de Seguridad Nuclear francesa sitúa el accidente en un nivel de gravedad 6 dentro de la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES). El nivel 6 corresponde a un “accidente importante” y solo fue superado –nivel 7, el máximo– por la catástrofe de Chernóbil (Ucrania) en 1986.
Bajo este panorama, Japón ha informado a la ONU que los niveles de radiactividad en la puerta de la central están descendiendo y se ha establecido una zona de exclusión aérea sobre la planta que afecta un perímetro de 30 kilómetros de radio, la misma área en la que las autoridades recomiendan a sus ciudadanos no salir de sus casas.
Los niveles de radiación de la planta se han elevado a 400 milisieverts, 20 veces superior a la cantidad que recibe un trabajador de una central en un año. Por ello sus 800 operarios han sido evacuados y solo 50 están trabajando.
El Gobierno japonés admitió que “puede haberse producido una fuga de materiales radiactivos” y “que pueden afectar a la salud humana”, sobre todo a la cadena alimentaria y los más vulnerables son los niños.
La radiación en los alrededores de la central ha llegado a sobrepasar diez mil veces los límites legales. Unas 200 mil dosis de yodo –que ayudan a proteger la glándula tiroides de los efectos de la radiación– se han repartido ya entre la población. La agencia Kyodo ya alertó que pequeñas cantidades de radiación han llegado por el viento a Tokio (a 250 km al sudoeste de la central), diez veces más que lo normal, pero todavía sin peligro para la salud humana.
El desastre llevó a la canciller alemana, Angela Merkel, al cierre inmediato por tres meses de los siete reactores que están en servicio desde antes de 1981.
ESPERANZA. En medio de la tragedia, todavía hay historias que dan esperanza al pueblo japonés. A cuatro días del devastador terremoto y posterior tsunami una bebé de cuatro meses fue hallada con vida bajo los escombros y el lodo en el pueblo de Ishinomaki, en la prefectura de Miyagi. La bebé estaba deshidratada y con hipotermia, pero con vida. También fue rescatada una mujer de 70 años en la prefectura de Iwate.
En cuanto a los peruanos que residen en Japón, de los 70 desaparecidos que residen en la zona sur del país, veinte ya fueron localizados y reubicados.
El desastre nuclear sigue creciendo en torno a la planta de Fukushima Daiichi, afectada en cuatro de sus seis reactores por el terremoto que devastó el país asiático el viernes. La última explosión en su reactor 2 es la más preocupante según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), porque la contención primaria del reactor habría resultado dañada. La Autoridad de Seguridad Nuclear francesa sitúa el accidente en un nivel de gravedad 6 dentro de la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES). El nivel 6 corresponde a un “accidente importante” y solo fue superado –nivel 7, el máximo– por la catástrofe de Chernóbil (Ucrania) en 1986.
Bajo este panorama, Japón ha informado a la ONU que los niveles de radiactividad en la puerta de la central están descendiendo y se ha establecido una zona de exclusión aérea sobre la planta que afecta un perímetro de 30 kilómetros de radio, la misma área en la que las autoridades recomiendan a sus ciudadanos no salir de sus casas.
Los niveles de radiación de la planta se han elevado a 400 milisieverts, 20 veces superior a la cantidad que recibe un trabajador de una central en un año. Por ello sus 800 operarios han sido evacuados y solo 50 están trabajando.
El Gobierno japonés admitió que “puede haberse producido una fuga de materiales radiactivos” y “que pueden afectar a la salud humana”, sobre todo a la cadena alimentaria y los más vulnerables son los niños.
La radiación en los alrededores de la central ha llegado a sobrepasar diez mil veces los límites legales. Unas 200 mil dosis de yodo –que ayudan a proteger la glándula tiroides de los efectos de la radiación– se han repartido ya entre la población. La agencia Kyodo ya alertó que pequeñas cantidades de radiación han llegado por el viento a Tokio (a 250 km al sudoeste de la central), diez veces más que lo normal, pero todavía sin peligro para la salud humana.
El desastre llevó a la canciller alemana, Angela Merkel, al cierre inmediato por tres meses de los siete reactores que están en servicio desde antes de 1981.
ESPERANZA. En medio de la tragedia, todavía hay historias que dan esperanza al pueblo japonés. A cuatro días del devastador terremoto y posterior tsunami una bebé de cuatro meses fue hallada con vida bajo los escombros y el lodo en el pueblo de Ishinomaki, en la prefectura de Miyagi. La bebé estaba deshidratada y con hipotermia, pero con vida. También fue rescatada una mujer de 70 años en la prefectura de Iwate.
En cuanto a los peruanos que residen en Japón, de los 70 desaparecidos que residen en la zona sur del país, veinte ya fueron localizados y reubicados.
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