"Tengo la impresión de que la grita proviene más de la derecha política (ignara y primitiva) que de los grandes grupos empresariales, que son pragmáticos. A ellos el actual gobierno les ha garantizado no solo reglas de juego claras y precisas sino que también les ha aceptado representantes en el gabinete y en los aparatos económicos", considera Sinesio López en su columna.
Estado y desarrollo, por Sinesio López
Si se relaciona la densidad del Estado con el índice de desarrollo humano en el Perú, el resultado es el siguiente: a más Estado, más desarrollo humano; y a menos Estado, menos desarrollo. Para decirlo con más precisión: aquellas regiones, provincias y distritos que tienen más y mejor Estado tienen también un mayor nivel de desarrollo humano. El año pasado, el PNUD publicó los resultados de una investigación revolucionaria (que comenté oportunamente en esta columna semanal) sobre lo que ese organismo internacional denomina densidad del Estado.
Con este concepto y su respectiva operacionalización, el PNUD medía la presencia del Estado y de sus políticas sociales en las diversas regiones y provincias del país. Se utilizaron diversos indicadores: educación, salud, saneamiento (agua y desagüe) y electricidad; pero se dejaron de lado otras políticas igualmente importantes (seguridad y justicia) probablemente porque son difíciles de cuantificar. Mi hipótesis es que, si hubieran tomado indicadores de justicia (legalidad efectiva) y de seguridad para los ciudadanos, el mapa de la densidad estatal habría presentado contornos más acentuados y precisos.
Desde hace más de una década, el PNUD publica anualmente el índice de desarrollo humano que mide el nivel de bienestar de la población utilizando diversos indicadores de educación, salud (esperanza de vida) y economía (PBI per cápita). Debido a que se repiten los indicadores de educación en ambas mediciones, es mejor relacionar la densidad del Estado con los ingresos familiares per cápita y el resultado es más intenso: a más Estado, más ingresos familiares per cápita, esto es, más desarrollo; y a menos Estado, menos desarrollo. Sociológicamente se puede sostener fundadamente lo siguiente: el nivel de densidad del Estado acompaña la estratificación social, esto es, las clases sociales acomodadas tienen más Estado (salud, educación, justicia y seguridad) que los pobres.
¿Indica la relación entre la densidad del Estado y el nivel de desarrollo (ingresos familiares per cápita) algún tipo de causalidad? Mi hipótesis es que existe entre ambos fenómenos una relación causal que no es lineal sino circular. Es probable, sin embargo, que el primer impulso haya sido lineal y haya provenido del Estado.
En efecto, sin seguridad jurídica y sin promoción estatal (políticas económicas monetarias y fiscales, estabilidad macroeconómica, inversión en infraestructura, calificación de la mano de obra) a la acumulación privada (capitalista) no hay crecimiento económico. Esta es la parte del Estado que les encanta a los grandes grupos empresariales y a la derecha. Es su paraíso estatal.
Hay otras partes del Estado que no les gustan para nada (los impuestos para sostener el Estado) y hay otras que francamente rechazan (el reconocimiento de los derechos sociales universales y las políticas de igualdad de oportunidades: educación, salud, justicia y seguridad de calidad para todos).
Quieren un Estado sólo para ellos. Ese que actualmente existe, según el mapa de densidad estatal del PNUD. Que los pobres se mueran sin mercado y sin Estado. Y si el Estado pretende asumir un rol promotor del desarrollo de algunos sectores deprimidos de la economía lanzan alaridos como posesos en defensa de la sagrada Constitución de 1993 (promovida por los organismos financieros empresariales, por asaltantes del fisco y por golpistas que querían perpetuarse en el poder).
Tengo la impresión de que la grita proviene más de la derecha política (ignara y primitiva) que de los grandes grupos empresariales, que son pragmáticos. A ellos el actual gobierno les ha garantizado no solo reglas de juego claras y precisas (el Estado que les gusta) para que inviertan y acumulen, sino que también les ha aceptado representantes en el gabinete y en los aparatos económicos.
La relación entre el Estado y el mercado (y el desarrollo) depende de la correlación política de fuerzas en el país. Si estas han cambiado, es normal que esa relación cambie de igual modo. Así de simple.
Fuente: http://www.larepublica.pe/06-08-2011/sinesio-lopez-las-quejas-vienen-mas-de-la-derecha-politica-que-de-los-empresarios
Estado y desarrollo, por Sinesio López
Si se relaciona la densidad del Estado con el índice de desarrollo humano en el Perú, el resultado es el siguiente: a más Estado, más desarrollo humano; y a menos Estado, menos desarrollo. Para decirlo con más precisión: aquellas regiones, provincias y distritos que tienen más y mejor Estado tienen también un mayor nivel de desarrollo humano. El año pasado, el PNUD publicó los resultados de una investigación revolucionaria (que comenté oportunamente en esta columna semanal) sobre lo que ese organismo internacional denomina densidad del Estado.
Con este concepto y su respectiva operacionalización, el PNUD medía la presencia del Estado y de sus políticas sociales en las diversas regiones y provincias del país. Se utilizaron diversos indicadores: educación, salud, saneamiento (agua y desagüe) y electricidad; pero se dejaron de lado otras políticas igualmente importantes (seguridad y justicia) probablemente porque son difíciles de cuantificar. Mi hipótesis es que, si hubieran tomado indicadores de justicia (legalidad efectiva) y de seguridad para los ciudadanos, el mapa de la densidad estatal habría presentado contornos más acentuados y precisos.
Desde hace más de una década, el PNUD publica anualmente el índice de desarrollo humano que mide el nivel de bienestar de la población utilizando diversos indicadores de educación, salud (esperanza de vida) y economía (PBI per cápita). Debido a que se repiten los indicadores de educación en ambas mediciones, es mejor relacionar la densidad del Estado con los ingresos familiares per cápita y el resultado es más intenso: a más Estado, más ingresos familiares per cápita, esto es, más desarrollo; y a menos Estado, menos desarrollo. Sociológicamente se puede sostener fundadamente lo siguiente: el nivel de densidad del Estado acompaña la estratificación social, esto es, las clases sociales acomodadas tienen más Estado (salud, educación, justicia y seguridad) que los pobres.
¿Indica la relación entre la densidad del Estado y el nivel de desarrollo (ingresos familiares per cápita) algún tipo de causalidad? Mi hipótesis es que existe entre ambos fenómenos una relación causal que no es lineal sino circular. Es probable, sin embargo, que el primer impulso haya sido lineal y haya provenido del Estado.
En efecto, sin seguridad jurídica y sin promoción estatal (políticas económicas monetarias y fiscales, estabilidad macroeconómica, inversión en infraestructura, calificación de la mano de obra) a la acumulación privada (capitalista) no hay crecimiento económico. Esta es la parte del Estado que les encanta a los grandes grupos empresariales y a la derecha. Es su paraíso estatal.
Hay otras partes del Estado que no les gustan para nada (los impuestos para sostener el Estado) y hay otras que francamente rechazan (el reconocimiento de los derechos sociales universales y las políticas de igualdad de oportunidades: educación, salud, justicia y seguridad de calidad para todos).
Quieren un Estado sólo para ellos. Ese que actualmente existe, según el mapa de densidad estatal del PNUD. Que los pobres se mueran sin mercado y sin Estado. Y si el Estado pretende asumir un rol promotor del desarrollo de algunos sectores deprimidos de la economía lanzan alaridos como posesos en defensa de la sagrada Constitución de 1993 (promovida por los organismos financieros empresariales, por asaltantes del fisco y por golpistas que querían perpetuarse en el poder).
Tengo la impresión de que la grita proviene más de la derecha política (ignara y primitiva) que de los grandes grupos empresariales, que son pragmáticos. A ellos el actual gobierno les ha garantizado no solo reglas de juego claras y precisas (el Estado que les gusta) para que inviertan y acumulen, sino que también les ha aceptado representantes en el gabinete y en los aparatos económicos.
La relación entre el Estado y el mercado (y el desarrollo) depende de la correlación política de fuerzas en el país. Si estas han cambiado, es normal que esa relación cambie de igual modo. Así de simple.
Fuente: http://www.larepublica.pe/06-08-2011/sinesio-lopez-las-quejas-vienen-mas-de-la-derecha-politica-que-de-los-empresarios
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