Una celebridad del mundo de la ciencia ficción abandonó esta tierra hace un
par de semanas. Después de la muerte de Asimov en 1992, Arthur C. Clarke en
2008, y ahora él, nos quedamos sin la tríada más conocida y prolífica del
género. Bradbury, del que se han vendido más de ocho millones de libros en 36
lenguas distintas, decidió utilizar distopías y ubicaciones fuera del marco
terrícola para relatarnos su concepción de la condición humana.
Borges, quien firmó un prólogo a su obra de relatos Crónicas marcianas, no se
reprimiría en mostrar su seducción por un libro que, hablando de un caso tan
lejano como la conquista de Marte, podía llegar a tocar las teclas más sensibles
de su existencia. Así escribiría:
¿Qué ha hecho este hombre de Illinois, me pregunto, para que...
episodios de la
conquista de otro planeta me llenen de terror y de soledad?
Bradbury escribiría sus obras más conocidas en un contexto de posguerra, un
momento en el que el totalitarismo y la desgracia aún estaban en carne viva, una
época en la que se había hecho patente que la ciencia y la tecnología podían
comportar peligros tan grandes como la autodestrucción del ser humano. Así, el
escritor se debatía entre la catástrofe y la esperanza en todo lo que escribía;
se embarró las manos y criticó audazmente a una sociedad estadounidense que
continuaría con sus ansias históricas de colonización. Bradbury, hablándonos
sobre otras tierras, en realidad nos estaba contando de las suyas, de los
patrones de acción de los Estados poderosos, de los deseos de opresión y de cómo
estos podían ser repetidos en todas las partes de la galaxia adonde llegara el
ser humano.
Su novela más leída, Fahrenheit 451, nos traslada a una distopía en la que la
libros son quemados porque generan angustia a una población que deberá vivir
“feliz” y ajena a todo lo que sucede alrededor, una población dócil, robótica.
Esta sociedad hipotética es un reflejo de las nuestras, en las que si bien no
tenemos bomberos que en lugar de extinguir los incendios, los propicien y
carbonicen al conocimiento, nos encontramos con tantas barreras de acceso a la
información, o tanta reproducción de una misma información en bucle, que es como
si realmente estuviéramos vendados o recibiéramos, día a día, y por todos los
flancos, ráfagas de “pensamiento único”.
El escritor de Illinois dejó este mundo a sus 91 años. Yo hoy empezaré a
releer El hombre ilustrado, un compendio de libros que considero un fantástico
punto de partida para dar inicio a su obra, si es que usted aún no la conoce.
Fuente: http://diario16.pe/noticia/16887-ray-bradbury-superando-a-la-ciencia-ficciaon
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