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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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domingo, 22 de agosto de 2010

La candidata de la confianza

Autor: Pedro Salinas
No voy a votar por Álex Kouri (si acaso el JNE lo “destacha”). Porque su trayectoria política está signada por la penumbra, por la oscuridad. Porque su candidatura se parece al remake de las épocas en que no te enterabas de los enjuagues bajo la mesa. Porque muchos de los que ahora babean por él son fujimoristas y apristas, con los que no me une ninguna afinidad. Porque cuando se tiene el ojo adiestrado, un primer vistazo te dice a qué postulante no le puedes regalar de ninguna manera tu voto; y con Kouri mi instinto me dice que elegirlo sería como propinarse a uno mismo un golpe de navaja en la entrepierna. Porque cada vez que lo veo en la tele, bailando, declarando, o haciendo demagogia profesional, me acuerdo del cuentazo del peaje y se me pone la piel de gallina. Porque tengo memoria, y a mí todavía me retumban las imágenes en la salita del SIN, de cuando Kouri conspiraba contra la democracia y era un esbirro asolapado del fujimorismo cleptócrata. Porque se cree fashion, pero en realidad es facho.

Tampoco votaré por Lourdes Flores. Porque en política soy de emociones secas, y por Lourdes –quien me cae bien en lo personal– ya voté demasiadas veces en el pasado, y, salvo que quiera retornar al Parlamento, no le pienso obsequiar mi voto nuevamente. Porque lo que me fastidia en ella es que, además de noble y bienintencionada (dos virtudes escasas en la política), también es ingenua y candelejona (dos taras fatales en un político), lo que me hace menear la cabeza, y decir: nica, por ella no, imposible. Porque se puede ser cacaseno, pero no tanto (¿acaso todavía no se ha dado cuenta de que lo que hay en el hombro de Cataño no es caspa, sino polvo blanco?). Porque el problema con los cacasenos, y cacasenas, es que su capacidad para hacer daño es tan grande como inesperada, y lo hacen sin saberlo, sin pensar en las consecuencias de ello para el resto de la sociedad; y suelen confiar en personajes taimados y potencialmente nocivos, lo cual hace a los cacasenos, y cacasenas, a veces más peligrosos, y peligrosas, que el malvado.

Me gustaría hacerlo, quizás, por Gonzalo Alegría. Porque me parece un buen tipo, lo cual ya es tantísimo en un político en estos tiempos. Porque además de buena persona, me parece preparado y decidido. Porque su inesperada aparición ha renovado el pundonor de un partido que andaba camino a la extinción. Porque en este país, sobrepoblado de políticos arribistas y holgazanes, Alegría ha destacado como un profesional exitoso y trabajador, que ha renunciado a todo para abocarse a la política, la que entiende como servicio a los demás y no como patente de corso para la liviandad. Para otra vez será.

Pero al final lo haré por Susana Villarán. Porque conozco de su integridad, de su valía y de sus cojones. Porque, sin ser yo de izquierdas, reconozco que la decencia es una de las pocas cosas que no se quitan con la edad, trasciende lo ideológico, y Susana la lleva muy bien en sus modales, en sus ideas, y en sus principios. Porque su aproximación a las cosas es esencialmente libertaria, a diferencia de otros, y otras, que miran la realidad con un ojo abierto y otro cerrado. Porque su presencia en estos comicios es como un bálsamo reparador. Porque ella reacciona ante la corrupción como un contador Geiger ante el uranio. Porque mi sentido arácnido me dice que el mejor vino es el que le gusta a uno, y no el que recomienda el somellier, y el voto por Susana es lo que me sale del forro y no advierte remordimientos. Porque tiene aplomo. Porque no pretende imponer sus opiniones a nadie, pero tampoco transa con que nadie le imponga las suyas. Porque es tolerante, inclusiva, transparente, no es racista, defiende los derechos humanos.

Porque conecta con la gente y es empática. Porque inspira confianza. Porque podría ganar, si los electores limeños votáramos a conciencia. Porque si bien es cierto que, la justicia no está de moda, lo justo para esta ciudad es que primen el sentido común y el decoro. Porque el que suscribe estas líneas, que es un ciudadano responsable aunque a veces no lo parezca, ya se hartó de candidatos a lo Lourdes o a lo Kouri, de los que me parece urgente escapar. Sí. Supongo que por todo eso votaré por Susana Villarán.
Fuente: http://peru21.pe/impresa/noticia/candidata-confianza/2010-08-22/283135

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