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En el peronismo, muy pocos eran realmente kirchneristas por ideología o por convicción política. La mayoría, como muchas veces en la historia del movimiento, adscribió al líder ahora muerto por conveniencia, por alianza táctica, o por supervivencia. Lo saben bien los barones del conurbano que en 2009 mandaron a cortar boletas para salvarse ellos mismos y sus grupos políticos, en detrimento de la nómina que encabezó el propio Kirchner en la provincia de Buenos Aires. Lo saben a la perfección los gobernadores que sufrieron el destrato -Celso Jaque es un buen ejemplo de ello- y que debieron mantenerse alineados casi a la fuerza. Kirchnerismo o nada, era la consigna.
Murió Néstor, y el poder resulta debilitado. Kirchner era el principal cuadro político del gobierno nacional y el candidato a presidente. Era también quien daba aire o ponía los límites a socios ávidos, como Hugo Moyano, y quien se entregaba también a las alianzas que iban alimentando de volumen político al gobierno después de siete años en el poder y con un país en “sensación de cambio”, con elecciones a la vista. Era, en definitiva, quien autorizaba y desautorizaba cada acción. Desde las grandes hasta las más pequeñas. Vaya como prueba de ello algo que toca de cerca de los mendocinos: la presidenta Cristina Fernández firmó el decreto de la Promoción Industrial a favor de la provincia, y Néstor lo frenó. Tan simple como eso...
Si desea leer el artículo completo vaya a: http://www.argenpress.info/2010/10/la-muerte-de-kirchner-el-fin-de-un.html
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