La aproximación de Alejandro Toledo y Perú Posible es el apoyo organizado más importante que recibe Ollanta Humala desde el centro-derecha en lo que va de la segunda vuelta. Si es cierto que parte de la decisión está en manos de los sectores medios, este refuerzo bien aprovechado podría hacer la diferencia.
Toledo obtuvo un 15% en abril, pero buena parte de esa cifra se ha diluido y dividido en la polarización de mayo. Sin embargo esa gente votó por él cuando ya las encuestas lo condenaban, de modo que puede haber allí un porcentaje de leales a la figura del ex presidente, cuya decisión podría orientar sus dudas.
Aunque también se debe tomar en cuenta la posibilidad de que Toledo simplemente esté poniéndose al día con una decisión que muchos de sus seguidores de abril ya habían tomado en mayo.
El relativamente solitario respaldo de Mario Vargas Llosa a Humala pudo ser tratado como rencor, empecinamiento o excentricidad. Pero la suma del bloque toledista, que incluye a Acción Popular, redondea el desplazamiento de Humala hacia el centro, y podría mitigar en algo una imagen de antisistema que venía siendo dura de sacudir.
Es cierto que la decisión de Toledo hubiera tenido más efecto en el primer momento, más todavía si PP se hubiera sumado activamente a la campaña, como lo hicieron algunos de sus cuadros más importantes. Pero al parecer Toledo necesitó calmar su despecho, reflexionar y hacer cálculos políticos para llegar a la actual conclusión.
A pesar de que Toledo se ha reservado una salvedad, al afirmar que no está firmando un cheque en blanco, el acercamiento a Humala podría tener futuro. Si Humala gana hay allí la posibilidad de una cogestión en el Ejecutivo. Luego gane o pierda Humala, una alianza estable en el Congreso tendría un evidente poder.
Es interesante que Toledo haya optado por Humala allí donde Pedro Pablo Kuczynski y Luis Castañeda han optado por Keiko Fujimori. Los tres parecían igualmente liberales e igualmente distantes del fujimorismo. Pero los procesos políticos personales, cálculos y votos de conciencia, pesan mucho en estas decisiones.
Al final Toledo tiene que haber entendido que su capital político más sólido dentro y fuera del país es la imagen de defensor de la democracia en las calles frente al autoritarismo fujimorista. Una imagen que no hubiera conservado (se entiende que para el 2016) poniéndose de perfil en la contienda. Pero ahora su gesto tendrá real sentido si asume una actitud militante en la campaña, como ha hecho PPK.
Probablemente tanto o más impacto que a Toledo a bordo tendría para el futuro inmediato de Humala un nombramiento adelantado de un primer ministro centro-derechista, prestigioso y convincente. Todavía está a tiempo para hacerlo.
Toledo obtuvo un 15% en abril, pero buena parte de esa cifra se ha diluido y dividido en la polarización de mayo. Sin embargo esa gente votó por él cuando ya las encuestas lo condenaban, de modo que puede haber allí un porcentaje de leales a la figura del ex presidente, cuya decisión podría orientar sus dudas.
Aunque también se debe tomar en cuenta la posibilidad de que Toledo simplemente esté poniéndose al día con una decisión que muchos de sus seguidores de abril ya habían tomado en mayo.
El relativamente solitario respaldo de Mario Vargas Llosa a Humala pudo ser tratado como rencor, empecinamiento o excentricidad. Pero la suma del bloque toledista, que incluye a Acción Popular, redondea el desplazamiento de Humala hacia el centro, y podría mitigar en algo una imagen de antisistema que venía siendo dura de sacudir.
Es cierto que la decisión de Toledo hubiera tenido más efecto en el primer momento, más todavía si PP se hubiera sumado activamente a la campaña, como lo hicieron algunos de sus cuadros más importantes. Pero al parecer Toledo necesitó calmar su despecho, reflexionar y hacer cálculos políticos para llegar a la actual conclusión.
A pesar de que Toledo se ha reservado una salvedad, al afirmar que no está firmando un cheque en blanco, el acercamiento a Humala podría tener futuro. Si Humala gana hay allí la posibilidad de una cogestión en el Ejecutivo. Luego gane o pierda Humala, una alianza estable en el Congreso tendría un evidente poder.
Es interesante que Toledo haya optado por Humala allí donde Pedro Pablo Kuczynski y Luis Castañeda han optado por Keiko Fujimori. Los tres parecían igualmente liberales e igualmente distantes del fujimorismo. Pero los procesos políticos personales, cálculos y votos de conciencia, pesan mucho en estas decisiones.
Al final Toledo tiene que haber entendido que su capital político más sólido dentro y fuera del país es la imagen de defensor de la democracia en las calles frente al autoritarismo fujimorista. Una imagen que no hubiera conservado (se entiende que para el 2016) poniéndose de perfil en la contienda. Pero ahora su gesto tendrá real sentido si asume una actitud militante en la campaña, como ha hecho PPK.
Probablemente tanto o más impacto que a Toledo a bordo tendría para el futuro inmediato de Humala un nombramiento adelantado de un primer ministro centro-derechista, prestigioso y convincente. Todavía está a tiempo para hacerlo.
Fuente: http://www.larepublica.pe/28-05-2011/toledo-bordo
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