La ahora candidata presidencial Keiko Fujimori, fue primera dama de su padre Alberto durante seis años, periodo en el cual avaló, con su activa participación en su gobierno dictatorial, todas las series de tropelías y crímenes perpetrado por la tiranía Fujimorista.
Pero una de las más emblemáticas, por lo que representa para su género, fue el programa de esterilizaciones forzadas calificado de “genocidio” por muchos, especialmente por las organizaciones feministas, pues de 1995 al 2000 se castró a 331 mil 660 mujeres captadas por métodos vedados como presiones, extorsión y amenazas.
Keiko se desempeñó como primera dama desde 1994, año en que su madre Susana Higuchi se divorció de su padre Alberto, hasta el año 2000 cuando el Parlamento destituyó a este último, por incapacidad moral, al haberse fugado del país.
El analista político Eduardo Toche dijo a LA PRIMERA que ve una actitud contradictoria en Keiko Fujimori, en su desempeño como primera dama, pues mientras por un lado tuvo un perfecto conocimiento de los asuntos de Estado, desde su ejercicio del cargo; diez años después manifiesta a la prensa “desconocer” los que ocurrió en el régimen de su padre.
Además, cuestionó su proceder moral, al cerrar filas sobre su concepción netamente positiva del gobierno de su progenitor que la ha llevado a no hacer el mínimo reproche, menos aún cuestionamiento a las acciones vedadas e ilegales de Alberto Fujimori, no solo las correspondientes a la corrupción y la violación de los derechos y libertades fundamentales, sino fundamentalmente a dos temas profundamente sensibles a las mujeres: el programa de esterilizaciones forzadas y la violencia ejercida contra su madre, Susana Higuchi.
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