Por José Álvarez Alonso*
12 de septiembre, 2010.- El pueblo Maijuna, antiguamente conocido como “Orejón”, por su costumbre de dilatar el lóbulo de las orejas con discos de topa, es uno de los 26 pueblos indígenas existentes en la Región Loreto, y uno de los más reducidos, actualmente en peligro real de desaparición: sólo cuenta con 480 habitantes distribuidos en cuatro comunidades, localizadas entre las quebradas Sucusari y Yanayacu, afluentes del Napo, y el río Algodón, afluente del Putumayo.
Los Maijuna están entre los pueblos más amables, acogedores, alegres, hospitalarios, y menos conflictivos que he conocido en mi vida. Según me han informado, al contrario de otros pueblos indígenas, que ‘curan’ a sus jóvenes para que sean aguerridos y sepan enfrentar a sus enemigos, entre los Maijuna -de modo similar a lo que hacen sus primos los Secoya- los ‘curan’ para que no tengan cólera, para estar siempre a bien con todos, vecinos y extraños. ¡Y bien que se nota! La gente que ha tenido trato con los Maijuna siempre queda con tan buen recuerdo que quieren volver a visitarlos y a trabajar con ellos.
Desde hace algunos años los Maijunas están luchando denodadamente por organizarse, defender sus territorios tradicionales de los saqueadores, y revalorar su cultura y costumbres tradicionales; varias organizaciones están apoyándolos en esta noble tarea.
La fiebre del caucho y las epidemias traídas por los europeos no pudieron acabar con este pueblo, pero nuevas amenazas se ciernen ahora sobre los Maijuna: de concretarse un descabellado proyecto de nuevo trazo de la carretera Napo – Putumayo, que cruza casi por el medio sus territorio tradicional de los Maijuna, estarían en peligro sus bosques, sus quebradas y los recursos que contienen, que son la base de su economía. Ya sabemos qué hay detrás de las carreteras en la selva: tráfico de tierra y madera, y extracción descontrolada de otros recursos; si a esto sumamos el ingreso de colonos informales y comerciantes con sus costumbres y plagas sociales, sin duda alguna podemos predecir el fin de la cultura y la sociedad Maijuna, como ha ocurrido antes con tantos pueblos amazónicos.
Los Maijuna ya han expresado su oposición a este trazo, que pareciera estar inspirado o promovido por traficantes de tierra y madera, o por los narcos, ya que además de promover el saqueo de los recursos naturales y la ocupación desordenada de las tierras a ambos lados de la carretera (eso sabemos que es inevitable hoy por hoy en el Perú), traerá el problema del narcotráfico y la violencia de los grupos armados del Putumayo hasta el Napo. Los Maijuna no quieren ver convertida la tierra de sus antepasados en una tierra de nadie, como ocurrió por años con la Marginal de la Selva en San Martín
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