Dada la amenaza constante de la quema sistemática en la zona, el Gobierno Regional de Ayacucho, Cáritas y el Fondo Ítalo Peruano se han propuesto rescatar esta majestuosa especie y convertir a Titankayoc en un Área de Conservación Regional
Por María José Fermi
Fotos: Fernando Fujimoto
Después de una caminata de casi hora y media sobre los 4.600 metros de altura, uno llega a creer que es el fin. Sin embargo, cuando lo que nos espera en la parte más alta de la montaña es un impresionante bosque de puyas Raimondi, las fuerzas otra vez nos acompañan. Hay que decirlo de arranque: llegar al Titankayoc –10 mil hectáreas pobladas por la majestuosa planta que lleva el nombre del estudioso italiano– vale la pena pese al inmenso esfuerzo.
Saliendo de la ciudad de Huamanga se debe tomar la ruta que va hacia Andahuaylas. El tramo, antes afirmado, está ahora en pleno proceso de asfaltado. Después de una hora de recorrido (y parando a comer unos estupendos chicharrones en Condorcocca), el camino se bifurca y uno debe seguir por el tramo –este sí, únicamente afirmado– que conduce al pueblo de Vischongo, en el distrito de Vilcashuamán. Una hora y media después de salir de Huamanga se llega a la localidad de Chanchayllo (3.600 m.s.n.m.), primer punto obligado para quienes desean conocer la situación real de la puya Raimondi en nuestro país. A primera vista, el paisaje del bosque de puyas de Chanchayllo resulta espectacular: cientos de ejemplares de hasta doce metros de alto se elevan imponentes sobre las laderas de la montaña. Sin embargo, al acercarse, uno se percata de que casi la mitad de las titankas –nombre quechua con el que se le conoce a las puyas– están quemadas. De muchas de ellas solo quedan restos carbonizados en el piso.
Llamen a los bomberos
La quema de puyas –ya sea parcial o total– es una actividad que se realiza de manera sistemática en la puna peruana. No hay rincón del bosque que no haya sido atacado; ni siquiera las plantas que crecen en la misma punta del cerro –a más de 4.600 metros de altura– se salvan. Las razones son diversas. “El tallo de la puya Raimondi está rodeado de hojas llenas de espinas que se curvan hacia la base”, explica el ingeniero Walter Ascarza, de Cáritas Ayacucho. “Cuando los pobladores llevan a sus animales a pastar, muchos de estos quedan atrapados entre las púas y mueren”. La imagen de ovejas y carneros ensangrentados y enredados en la planta provocó el mito andino que decía que las puyas Raimondi eran plantas carnívoras. De esa creencia queda actualmente solo el recuerdo, pero sí persiste la quema de la parte baja de la planta
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