Tres encuestas a escala nacional hallan un empate en la intención de voto respecto a Ollanta Humala y Keiko Fujimori. Nota descollante en esos resultados es que, a pesar del torrencial terror mediático contra Humala, éste no ha perdido votantes.
Alfredo Torres, director de IPSOS Apoyo, lo expuso así: “Es evidente que Keiko ha ido ganando posiciones desde LA PRIMERA vuelta, y esto se ha dado, no debido a una caída significativa de Humala, que permaneció constante, sino más bien a un proceso lento pero constante de los indecisos y los votantes en blanco en avanzar hacia ella, probablemente bajo la lógica del mal menor”.
Si esto es así, no le queda a la señora Fujimori mucho espacio por ganar. Hay aún un promedio de 20% de ciudadanos que piensan votar en blanco o viciado, y es muy difícil que la mayoría de ellos se incline por la candidata que encarna la continuidad de un régimen que significó autoritarismo, crimen, robo e injusticia.
Humala, en cambio, sigue bien situado en sus fortines del sector rural y del sur, con el añadido de que su desventaja en Lima empieza a disminuir. Giovanna Peñaflor, directora de Imasen, anota que la diferencia a favor de Fujimori en Lima era de 20 puntos, y ahora es de 16.
La encuesta de IPSOS Apoyo da en Lima 49% para Fujimori y 33% para Humala: una diferencia de 18%.
En cambio, en el interior urbano gana Ollanta con 41% contra 39% de Fujimori. La diferencia en el interior rural favorece por amplio margen a Humala: 45% contra 34%. En el norte hay empate 39-39. En el centro gana Keiko, con 43 contra 40. En el sur, la ventaja de Humala es abrumadora: 49 contra 29.
Entretanto, el gran jale de Keiko, Hernando de Soto, ha hecho mutis por el foro, quizá porque se le ha sacado en cara sus servicios a tiranos.
A propósito, en El pez en el agua Mario Vargas Llosa cuenta cómo apareció De Soto en el mitin de Libertad contra la estatización de la banca:
“Su presencia en ese estrado dio lugar a muchas presiones en la sombra, que yo resistí, convencido de que quienes se oponían a que hablara, entre mis amigos, alegando que sus palabrejas en inglés provocarían risotadas en la plaza, lo hacían por celos y no, como me aseguraban, porque les parecía un hombre con más ambiciones que principios y de dudosa lealtad”.
“Su conducta posterior dio amplia razón a mis amigos. La víspera misma del mitin del 21 de agosto, del que era en teoría parte activa, De Soto celebró una discreta entrevista con Alan García en Palacio de Gobierno que sentó las bases de una provechosa colaboración entre el gobierno aprista y el Instituto Libertad y Democracia que catapultaría al personaje en una carrera de un arribismo desalado (que alcanzaría nuevas cumbres, luego, con el gobierno y con la dictadura del ingeniero Alberto Fujimori)”.
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