CONSTRUYENDO MEMORIA
Marcelo Puelles
Redacción
Sobreviviente de una matanza de 40 personas, ocurrida el 25 de diciembre de 1984 en las alturas de Ayacucho, cuenta una verdadera historia de terror. Este es un caso inédito que aún no es investigado por el ministerio Público, y que corre el riesgo de pasar al olvido sin que los deudos alcancen justicia.
La historia de Feliciana parece el guión de una película de terror. Sin embargo, todos los capítulos de la vida de esta mujer, de 49 años de edad, son reales. Lo único falso es su nombre, la verdadera identidad la reservamos por seguridad. Feliciana es una de las sobrevivientes de la masacre de 40 personas en la localidad de Putcca-pampa, en las alturas de Huanta, ocurrida la mañana de Navidad del 25 de diciembre de 1984 y perpetrada por marinos con la complicidad de los ronderos de las comunidades de Ccanis y Pampacancha.
Cuando la masacre sucedió, Putcca-pampa ya era un pueblo fantasma, oculto entre las montañas de la neblina del nevado Razuwillca. A fines de julio de 2009, más de 24 años después, un equipo de investigadores del Equipo Peruano de Antropología Forense (Epaf) llegó hasta la montaña del cerro Putcca, donde habitan cóndores de alto vuelo, sobre los 4 mil 500 metros sobre el nivel del mar. Putcca-pampa sigue siendo un lugar de memoria ausente y de olvido, solamente visitado por pastores que, ante el frío gélido y la lluvia, se cobijaban en viviendas derruidas y abandonadas.
Aquella mañana de Navidad los ronderos de los Comités de Defensa Civil de las comunidades de Ccanis, Pampacancha, Ccaccas, entre otras del distrito de Huanta, junto a miembros de las Fuerzas Armadas realizaron robos de ganados y aprisionaron 40 personas del caserío de Ñuñuncca y Choccepunko, que pertenece al anexo de Pallcca. Las personas detenidas, entre ellas 20 niños, fueron trasladadas a una cueva del cerro Putca y asesinadas allí a cuchillazos. Dos días después de esos hechos, los familiares de las víctimas, autoridades y militares de la base de San José de Secce recogieron, trasladaron y enterraron a sus muertos en las faldas de Putcca-pampa.
Sobreviviente de una matanza de 40 personas, ocurrida el 25 de diciembre de 1984 en las alturas de Ayacucho, cuenta una verdadera historia de terror. Este es un caso inédito que aún no es investigado por el ministerio Público, y que corre el riesgo de pasar al olvido sin que los deudos alcancen justicia.
La historia de Feliciana parece el guión de una película de terror. Sin embargo, todos los capítulos de la vida de esta mujer, de 49 años de edad, son reales. Lo único falso es su nombre, la verdadera identidad la reservamos por seguridad. Feliciana es una de las sobrevivientes de la masacre de 40 personas en la localidad de Putcca-pampa, en las alturas de Huanta, ocurrida la mañana de Navidad del 25 de diciembre de 1984 y perpetrada por marinos con la complicidad de los ronderos de las comunidades de Ccanis y Pampacancha.
Cuando la masacre sucedió, Putcca-pampa ya era un pueblo fantasma, oculto entre las montañas de la neblina del nevado Razuwillca. A fines de julio de 2009, más de 24 años después, un equipo de investigadores del Equipo Peruano de Antropología Forense (Epaf) llegó hasta la montaña del cerro Putcca, donde habitan cóndores de alto vuelo, sobre los 4 mil 500 metros sobre el nivel del mar. Putcca-pampa sigue siendo un lugar de memoria ausente y de olvido, solamente visitado por pastores que, ante el frío gélido y la lluvia, se cobijaban en viviendas derruidas y abandonadas.
Aquella mañana de Navidad los ronderos de los Comités de Defensa Civil de las comunidades de Ccanis, Pampacancha, Ccaccas, entre otras del distrito de Huanta, junto a miembros de las Fuerzas Armadas realizaron robos de ganados y aprisionaron 40 personas del caserío de Ñuñuncca y Choccepunko, que pertenece al anexo de Pallcca. Las personas detenidas, entre ellas 20 niños, fueron trasladadas a una cueva del cerro Putca y asesinadas allí a cuchillazos. Dos días después de esos hechos, los familiares de las víctimas, autoridades y militares de la base de San José de Secce recogieron, trasladaron y enterraron a sus muertos en las faldas de Putcca-pampa...
LA DENUNCIA
Este crimen de violación a los derechos humanos fue denunciado en junio de 2009 ante la Primera Fiscalía Provincial Penal Supraprovincial de Ayacucho por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos. Sin embargo, hasta el momento no ha tenido una respuesta efectiva del Ministerio Público que se traduzca en exhumación, análisis e identificación de restos.
Ello todavía es parte de la agenda pendiente, mientras los vehículos vivos de la memoria oral se encaminan a desaparecer por el paso del tiempo, cuando los familiares directos y sobrevivientes van envejeciendo y feneciendo de tanto esperar justicia, al extremo de ser atados, cautivos de la misma “justicia protocolar” cuando sus denuncias fiscales se alargan por varios años.
“Si esto sigue así, solo quedarán los depósitos físicos de la memoria, lugares de entierros no convencionales, tal vez como espacios de memoria para el futuro. Lo importante aquí es que al menos la prueba forense nos dé un elemento tangible que se convierta también en un objeto de memoria. El muerto, el asunto, la fosa, el hecho, es un hecho innegable, inolvidable”, dice el historiador Renzo Aroni.
Si desea leer el artículo completo vaya a:
http://www.diariolaprimeraperu.com/online/cronica/putcca-una-masacre-en-navidad_65971.html
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