Jaime Urrutia, reconocido antropólogo e historiador, testificó el
miércoles 12 de junio en el juicio del caso Los Cabitos - 1983. Desde
mayo de 2011, la Sala Penal Nacional, presidida por el magistrado
Ricardo Broussett, viene juzgando la responsabilidad penal de siete
altos mandos militares por crímenes de lesa humanidad —torturas,
ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, violaciones
sexuales— que tuvieron lugar al interior del...
cuartel militar Los Cabitos
durante 1983. Urrutia relató cómo fue detenido y torturado, confirmando
un patrón ya observado en el proceso. Además, reconoció al coronel (r)
EP Pedro Edgar Paz Avendaño, uno de los militares imputados.Era mayo de 1983. Las fuerzas armadas ya habían tomado control de Ayacucho unos meses antes, ante la creciente presencia de Sendero Luminoso en la zona y la evidente incapacidad de la policía para controlar la situación. Jaime Urrutia, antropólogo e historiador, radicaba en Huamanga desde mediados de los años 70. Era profesor en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga (UNSCH), dirigía el Instituto de Estudios Regionales José María Arguedas y escribía para el diario Marka.
Recuerda con claridad el día que fue detenido —el 6 de mayo de 1983—, pues esa tarde un periodista de la BBC de Londres lo entrevistó en su casa, pocas horas antes del inicio del toque de queda impuesto por los militares. Era casi la medianoche, se encontraba descansando en el dormitorio con su esposa. Escucharon ruidos extraños; antes de poder reaccionar, varios hombres encapuchados irrumpieron en la habitación. Llevaban gorras y chompas negras estilo “Jorge Chávez”. Uno de ellos daba las órdenes, los demás obedecían. Rebuscaron entre sus cosas. Seguidamente lo agarraron, colocaron una frazada sobre su cabeza y lo subieron a una camioneta. Se daba cuenta de que lo estaban llevando al cuartel Los Cabitos; los años vividos en Huamanga le permitieron reconocer el camino sin dificultad. Ya tenía conocimiento de Los Cabitos; era el único centro de reclusión en Huamanga.
Una vez al interior del cuartel, los militares lo llevaron a una habitación pequeña y oscura, con el piso de tierra y sin ventanas. Estaba vendado, por tanto no podía identificar lo que había a su alrededor cada vez que lo sacaban de la habitación. En dos noches distintas, fue interrogado y sometido a torturas. Urrutia describió el mismo ciclo de torturas relatado por otros testigos en este juicio: primero fue colgado, manos atrás, y golpeado; luego sumergido en una tina de agua hasta casi ahogarse.
Mientras lo torturaban, los militares le preguntaron insistentemente si conocía a alguien de Sendero Luminoso y quiénes eran sus mandos. En la segunda noche, un supuesto colaborador lo sindicó como senderista: “Él es, él es, él es el profesor, él es el jefe, el responsable”. Sin embargo, Urrutia expresó su disconformidad. Por el acento costeño, la acusación vaga, ahora cree que provino de un militar, un falso acusador, en un intento para que confesara.
EL RECONOCIMIENTO
En dos oportunidades Urrutia fue llevado a otra habitación donde le esperaba un hombre vestido de civil. De tez morena, rasgos andinos y de nariz prominente, se identificó como el comandante Paz. Urrutia aducía que su papel era hacer de “policía bueno”. Primero se disculpó con Urrutia por lo que estaba pasando. Le insinuó que el motivo de su detención era porque había sospechas de que el Instituto Arguedas estaba destinando fondos a Sendero Luminoso. Al día siguiente, tuvo una segunda conversación con el comandante Paz, de nuevo en términos cordiales y sobre el mismo tema: los fondos y su vinculación con Sendero.
En este momento de su testimonio, la doctora Gloria Cano, directora de APRODEH y abogada representante de la parte civil, preguntó a Urrutia si se sentía en capacidad de reconocer al comandante Paz. Respondió que sí. El colegiado, tras realizar algunas preguntas para asegurar que no había problemas de memoria, autorizó el reconocimiento y solicitó a los acusados ponerse de pie.
Desde el inicio de la audiencia, los seis acusados estaban visiblemente nerviosos a diferencia de otras ocasiones en las que se les ha observado tranquilos e incluso desatentos a los testimonios de los testigos. Los seis se pusieron de pie. Casi de inmediato Urrutia señaló a Pedro Edgar Paz Avendaño, exjefe del Destacamento de Inteligencia en Ayacucho y exjefe de la Casa Rosada.
El colegiado preguntó a Paz Avendaño si recordaba al testigo. Dijo que no. No sería la primera vez que los acusados en el caso Los Cabitos sufren de amnesia.
EL IMPROBABLE AMIGO EN COMÚN QUE LE SALVA LA VIDA
La esposa de Jaime Urrutia tuvo que esperar que se levantara el toque de queda para salir en la mañana a buscarlo. Al igual que muchos de los familiares que buscaban a sus seres queridos capturados, ella fue a Los Cabitos a preguntar por su esposo. Un soldado que estaba en la puerta le dijo que, efectivamente, en la noche había llegado un detenido con las características físicas de su marido.
Seguidamente Urrutia contó la historia que él cree ayudó a salvarle la vida. Su esposa buscó al periodista de la BBC, quien de inmediato emitió una nota denunciando su secuestro. La noticia de su detención rebotó en los medios locales. El diario Marka, donde colaboraba con artículos sobre la realidad local y nacional, y un grupo de académicos denunciaron su detención y exigieron su libertad.
Al día siguiente, sin embargo, cuando su esposa volvió a Los Cabitos, los soldados negaron que Urrutia estuviese ahí. Tal como negaron a cientos de personas que acudían al cuartel en búsqueda de información sobre el paradero de sus esposos, esposas, hijos e hijas, hermanos y hermanas.
Pero en el caso de Jaime Urrutia sucedió un hecho poco común al resto. Frente a la presión mediática, el jefe del Comando- Político Militar de Ayacucho, el general Clemente Noel, declaró a la prensa que Urrutia había sido detenido por supuestas vinculaciones con Sendero Luminoso. El hecho de que su detención fue reconocida facilitó su liberación, después de dos semanas de encierro tanto en Los Cabitos como en otras instalaciones de la Policía de Investigaciones del Perú (PIP).
Según Urrutia, hubo otro elemento curioso en su caso, que él cree puede ser la verdadera explicación de su liberación. Según el relato de Ricardo Uceda en “Muerte en el Pentagonito”, intercedió a favor suyo Jesús Sosa Saavedra, el temido militar conocido como ‘Kerosene’ que en 1985 ayudó a desaparecer los restos de al menos 300 personas ejecutadas y enterradas en los campos alrededor de Los Cabitos, y que luego fue uno de los integrantes del grupo Colina. Aparentemente Urrutia y Sosa Saavedra tenían un amigo en común, entonces Sosa Saavedra sabía que no tenía vínculo con Sendero Luminoso.
(Tomado de http://www.noticiasser.pe)
JO-MARIE BURT
MARÍA RODRÍGUEZ
Fuente: http://diario16.pe/noticia/30289-antropaologo-jaime-urrutia-testifica-sobre-torturas-en-cuartel-los-cabitos-en-1983
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