Keiko Fujimori tiene la mentira a flor de labios. Hace unos días inventó que el Chileno Esteban Silva es asesor de Ollanta Humala. El propio Silva ha desmentido esa aseveración.
No importa. Fujimori y su coro reaccionario siguen esgrimiendo falsedades, Keiko calificó ayer de “error” el golpe de Estado del 5 de abril de 1992. No fue un error. Fue un crimen que violó la Constitución, disolvió el Congreso elegido por los ciudadanos, derribó el Poder Judicial para entronizar jueces corruptos.
Pide perdón la señora Fujimori por los “excesos” de su padre. Hasta llega a decir: “Los hijos no cargamos las responsabilidades de los padres”. Pero ella disfrutó de los fondos que su padre sustraía al erario, y busca no comparecer ante el Tribunal que la juzga por ese hecho punible.
Por si fuera poco, la candidata lleva en su fórmula presidencial a Rafael Rey, empecinado defensor de la impunidad para militares asesinos, ejecutores de crímenes ordenados por el dictador. La falta de respeto de Rey en cuanto a derechos humanos se puso de manifiesto cuando promovió la amnistía para el grupo Colina, pandilla de homicidas que en La Cantuta y en Barrios Altos mataron inocentes, niños incluidos.
Para fascistas como Rey, los derechos humanos son, por supuesto, “una cojudez”.
Keiko Fujimori absuelve a su padre en el pasado, calumnia en el presente a Humala y lleva como bandera del futuro a Rafael Rey.
En este punto resultan oportunas las advertencias formuladas ayer por el fiscal de la Nación, José Peláez Bardales, respecto a que bajo un régimen presidido por Keiko Fujimori cabe la posibilidad de que se intente de nuevo la amnistía para los monstruos que, deshonrando el uniforme militar y exhibiendo suprema cobardía, fueron capaces de matar estudiantes, quemarlos e intentar ocultar los cadáveres.
El mea culpa de la señora Fujimori tiene mucho de táctica electoral. Es, además, un recurso extemporáneo. Si fuera sincero, ha debido producirse antes del voto, cuando se excedió en el elogio al gobierno de su padre. Si tuviera raíces hondas, debiera haber evitado proponer como vicepresidente a Rafael Rey.
La aspirante a la presidencia encarna una actitud antidemocrática y autoritaria, cargada de culpas y de odios. El presidente Alan García, quien, por supuesto, favorece esa candidatura, acaba de decirlo con todas sus letras: “Ningún soldado de la Patria puede ser tachado como asesino”. Martín Rivas resulta absuelto así en el marco mental y moral del gobernante que ordenó la matanza de El Frontón.
En suma, Keiko Fujimori, intenta modificar sus propuestas de antes del 10 de abril. Ahora hasta copia la propuesta de Humala respecto al impuesto a las sobreganancias mineras y trata de pasar la esponja sobre el elogio de los crímenes paternos que profirió en su anterior campaña.
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