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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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martes, 10 de mayo de 2011

“Comer animales”, un libro que cuestiona nuestra vida carnívora

Jonathan Safran, autor de la publicación, ha reavivado el eterno debate sobre el consumo de carne y los prejuicios que se han creado a raíz de este tema.

Madrid (EFE). Comemos carne a diario, pero preferimos no pensar demasiado en cómo ha llegado a nuestro plato. Quizás sea porque somos conscientes de que saberlo nos quitaría el hambre, plantea el escritor Jonathan Safran Foer, cuya obra “Comer animales” ha reavivado el eterno debate sobre la industria de la carne.
Safran Foer, considerado uno de los jóvenes prodigios literarios menores de 35 años en Estados Unidos, es consciente de que hay mucha gente que se resistirá a leerlo por miedo a que los argumentos demoledores que contiene les impidan volver a disfrutar de un bistec.
“Esos son precisamente los lectores que me interesan, porque obviamente les preocupa el tema y tienen unos valores. Si no los tuvieran, leerían el libro y no les afectaría. Que coincidan o no conmigo es lo de menos, lo principal es que estemos de acuerdo en que es un asunto importante”, señaló Safron.
El salto de Safron Foer al ensayo espinoso tras el éxito de sus novelas “Todo está iluminado” y “Tan fuerte, tan cerca” sorprendió a muchos. Fue convertirse en padre lo que le hizo plantearse la forma en que quería alimentar a sus hijos y ello le llevó a investigar a fondo el funcionamiento de la industria cárnica.
Aunque no escatima detalles de lo que durante dos años presenció subrepticiamente en mataderos y explotaciones intensivas de ganado, lo que el escritor considera realmente horrible es la constatación de que “esto es algo elegido, que la violencia contra los animales no es accidental, sino consciente, como lo es también la destrucción del medio ambiente”.
Y es que la industria cárnica es la responsable, según su investigación, de buena parte del efecto invernadero, de desproporcionadas emisiones contaminantes al aire y el agua y, sobre todo, de que los antibióticos empiecen a no hacer efecto sobre los humanos debido al consumo de carne hormonada.
A pesar de la enorme repercusión mediática del libro, Safron no ha recibido presiones de la industria ganadera. “Nada, cero. Prefieren no defenderse, aguantar el chaparrón y que se deje de hablar de ellos cuanto antes”, sostiene.
LA HISTORIA
“Comer animales” arranca con la historia del pollo con zanahorias que cocina la abuela de Safron, una emigrante que paso mucha, mucha hambre en Europa. Después, repasa filosófica y moralmente el asunto con cuestiones como ¿por qué vacas sí y perros no?; habla con unos y otros, desde activistas a ganaderos tradicionales o ecologistas.
Safron es -ahora- vegetariano aunque odie el encasillamiento que supone este término. Sin embargo, jamás ha intentado imponer nada a nadie -“no es asunto mío”- y asegura que no es imposible encontrar un modo sostenible de seguir consumiendo carne.
La fórmula no es mágica y sí sencilla: “comer menos carne”. Pero si la mayoría de los habitantes de la tierra se empeñan en seguir comiéndola tres veces al día, el asunto es inviable. Comiéndola una vez al día, “sí es posible”.
Mientras prepara su próxima novela, Safron prosigue su vida vegetariana con su mujer e hijos, a los que no ha sido difícil criar sin filetes o pescado.
“De hecho, no comer carne tiene más sentido aún en el caso de los niños. Si te pones en su lugar, tienen mascotas, tienen animales de peluche y los héroes de sus cuentos también son animales…”, agregó el autor.

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