Qué se hará, por ejemplo, para incrementar los niveles de aprendizaje, cerrar la enorme brecha entre educación urbana y rural, mejorar los currículos, desideologizar al profesorado y remunerarlo mejor, y, sobre todo, hacer de la educación el vehículo principal de movilidad social y realización personal y social.
El actual gobierno, debemos reconocer, ha tenido notables avances, sobre todo en la evaluación y actualización del profesorado, la contención del sindicalismo politizado de ciertas cúpulas y la puesta en marcha de la nueva ley de carrera pública magisterial, como parte de un proceso de reforma que no debe interrumpirse. Estamos un poco mejor, pero nos queda aún mucho por hacer. En la última prueba del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), el Perú ocupó el puesto 62 entre 65 países de los cinco continentes.
En tal escenario nos preguntamos: ¿Cuál es el enfoque que primará a partir de ahora, cuando los niveles primarios del sector educación sean transferidos a las municipalidades? ¿Qué hará el Concejo Metropolitano de Lima en tal ámbito, con un cuerpo de regidores tan disímil, entre los que figuran connotados miembros del MNI y del Sutep? ¿Y cuáles serán las prioridades del nuevo gobierno a partir del 28 de julio?
Como lo hemos reiterado, la educación es un derecho humano fundamental y el Estado, según la Constitución, debe garantizar el acceso a todos los peruanos y asegurar la gratuidad de la enseñanza, pero no es el único responsable. Corresponde a los padres de familia, la sociedad y los medios de comunicación contribuir también con este trascendental objetivo.
Existe un documento base, el Proyecto Educativo Nacional (PEN), impulsado desde el gobierno de Valentín Paniagua, que establece seis pilares para la gran reforma educativa: la equidad en el acceso, una educación de calidad, mejora de la carrera docente, una gestión educativa descentralizada y democrática, una educación superior de calidad y la creación de una sociedad que eduque a sus ciudadanos y los comprometa con su comunidad.
Tenemos el diagnóstico y el objetivo. El problema, como siempre, está en el cómo: Perú Posible anuncia que destinará el 20% del presupuesto a la educación, mucho más de lo que propone el Acuerdo Nacional (6%), por lo que es una meta realmente difícil; además de descentralizar, universalizar la educación inicial y primaria, e integrar el apoyo alimentario y la salud con la educación. Fuerza 2011 propone “contar con maestros comprometidos y retribuidos con buenas remuneraciones”, interconectar las escuelas y crear programas de entrenamiento enfocados en el currículo escolar, entre otras cosas. Solidaridad Nacional apunta a que todos los colegios públicos cuenten con acceso a Internet y bibliotecas virtuales, subir la remuneración de docentes con meritocracia y establecer un sistema masivo de becas y préstamos.
En tanto, Gana Perú se compromete a crear un programa de revalorización magisterial y dar prioridad a la primera infancia y la educación rural. Y Alianza por el Gran Cambio busca mejorar la calidad de la educación primaria y secundaria pública, rehabilitar la infraestructura e impulsar la educación técnica y las becas.
Teniendo claro el diagnóstico y con los preocupantes indicadores mencionados, podemos analizar los anuncios preliminares de los candidatos presidenciales, a los que debemos exigirles realismo, así como mayores alcances y precisiones en las siguientes semanas, a través de debates, audiencias y exposiciones públicas. La demagogia es recusable en la política, mucho más cuando se trata del problema educativo del Perú, cuyo tratamiento podría significar dar el salto hacia el desarrollo inclusivo o profundizar la brecha de la pobreza y la perturbación social.
Fuente: http://elcomercio.pe/opinion/702729/noticia-editorial-candidatos-educacion-desarrollo-donde-vamos
En tanto, Gana Perú se compromete a crear un programa de revalorización magisterial y dar prioridad a la primera infancia y la educación rural. Y Alianza por el Gran Cambio busca mejorar la calidad de la educación primaria y secundaria pública, rehabilitar la infraestructura e impulsar la educación técnica y las becas.
Teniendo claro el diagnóstico y con los preocupantes indicadores mencionados, podemos analizar los anuncios preliminares de los candidatos presidenciales, a los que debemos exigirles realismo, así como mayores alcances y precisiones en las siguientes semanas, a través de debates, audiencias y exposiciones públicas. La demagogia es recusable en la política, mucho más cuando se trata del problema educativo del Perú, cuyo tratamiento podría significar dar el salto hacia el desarrollo inclusivo o profundizar la brecha de la pobreza y la perturbación social.
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