“Mi madre tuvo dos hijos: uno inteligente y otro militar”, solía contar Luis Jaime Cisneros a sus alumnos de la Universidad Católica. Ayer, en horas de la mañana, el ilustre lingüista y eximio académico falleció a los 89 años, y el mundo académico y político lamentó esta gran pérdida.
El maestro de maestros, por su profunda brega a favor de la educación en el Perú, dejó de existir en la clínica Ricardo Palma y sus restos fueron velados desde las 19:00 horas en la iglesia Nuestra Señora de Fátima, congregando a sendos personajes de la intelectualidad peruana y políticos de todas las ideologías.
Luis Jaime Cisneros Vizquerra nació en Lima el 28 de mayo de 1921. Vivió en Buenos Aires desde los 4 años, pues su padre fue enviado al exilio por ser director de ‘La Prensa’, diario opositor al gobierno autoritario de Augusto B. Leguía. Realizó sus estudios superiores en Filología y Medicina en la Universidad de Buenos Aires. En 1947 retorna al Perú y se gradúa como doctor en Literatura en la Universidad Mayor de San Marcos.
Se desenvolvió como docente en la Pontificia Universidad Católica desde 1948, siendo profesor principal y Decano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Participó en la fundación del Partido Demócrata Cristiano del Perú en 1956, fue miembro del Consejo Directivo de la ONG Transparencia, director de los diarios ‘La Prensa’ y ‘El Observador’ en los ochenta.
Don Luis Jaime fue, además, miembro de número y ex Presidente de la Academia Peruana de la Lengua, miembro correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española, miembro de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y de la Academia de Letras de Uruguay.
Por su prolífica actividad intelectual le fueron otorgados el Premio Nacional de Cultura: el de Crítica en 1948, y el de Pedagogía en 1956 y en 1963. En 1992 le fueron otorgadas las Palmas Magisteriales en el grado de Amauta.
AGUDO Y HUMILDE
Rodrigo Zúñiga
El maestro Cisneros tenía la habilidad de explicar los más complejos y abstractos conceptos lingüísticos de manera clara y sencilla, y si es que acaso el ambiente de la clase se ponía tenso por algún tema complicado, paraba la cátedra y se ingeniaba para relajarlos contándoles alguna anécdota divertida que tuviese que ver con la lingüística.
Una de sus historias favoritas era aquella que trataba sobre su hijo, el cual una vez de niño se cayó de la bicicleta y vociferó una lisura de grueso calibre. Su esposa, molesta, fue a requintarlo, pero don Luis Jaime la detuvo y le recriminó que no tenía razón para requintarlo, pues el muchacho había empleado la palabra en el contexto indicado.
Nadie lo niega, la vida de Luis Jaime Cisneros fue una oda a la brillantez. Con su muerte se va un intelectual de antaño, de la vieja guardia, un individuo poseedor de aquella agudeza y picardía intelectual que se encuentra en extinción.
Fuente: http://www.diario16.com.pe/noticia.php?id=1116
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