Analistas vieron a Toledo hábil y disperso, Humala irrespetuoso, PPK con dominio de sí mismo, Fujimori serena y Castañeda falto de energía
Lee AQUÍ la opinión de los especialistas sobre cada uno de los candidatos.
El año pasado la encuestadora Ipsos Apoyo realizó una serie de focus groups que dejó un resultado desconcertante: el candidato ideal de los peruanos es alguien “autoritario y democrático”. ¿Cómo se explica tal contradicción?
Para empezar, el 81% de los peruanos no se siente representado por ningún partido político y la gran mayoría admite que los planteamientos ideológicos son cada vez menos relevantes.
Por lo tanto, en vez de emitir un voto juicioso, racional, el elector se deja llevar principalmente por criterios personalistas y cuestiones emotivas, al punto de terminar votando por la imagen física, por el lenguaje verbal y no verbal que transmite y no por sus planteamientos de fondo.
Del análisis realizado por los expertos en temas de publicidad, imagen y semiología, Robby Ralston, Sandro Venturo y Eduardo Zapata, se llega a la conclusión que los candidatos presidenciales habrían consolidado la imagen positiva o negativa que en las últimas semanas se habían construido en el imaginario social del electorado peruano.
Los consultados también argumentaron que los candidatos tuvieron problemas para comunicar su mensaje con solvencia y, salvo excepciones, no supieron utilizar el debate para poner en aprietos a sus rivales. Resaltaron la falta de preparación de los postulantes que, en algunos casos, tuvieron problemas para hacer preguntas y para salirse de un libreto definido con anterioridad. En resumen, adoptaron, salvo excepciones, estrategias conservadoras, de bajo riesgo, que les dificultó diferenciarse claramente de sus oponentes.
Finalmente, casi todos los expertos coincidieron en que el formato del debate no ayudó ni a los candidatos ni a los votantes que buscaban formarse una opinión más clara de las personas por las cuales van a votar. Para el lingüista y semiólogo Eduardo Zapata, en vez de fomentar la discusión, el formato permitió “tener no un debate sino cinco muñecos de ventrílocuo, o sea cinco muñecos de los asesores de imagen sobre el escenario”.
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