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Las cosas que uno medita mucho o quiere que sean 'perfectas', generalmente nunca se empiezan a hacer...
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"Cada mañana, miles de personas reanudan la búsqueda inútil y desesperada de un trabajo. Son los excluidos, una categoría nueva que nos habla tanto de la explosión demográfica como de la incapacidad de esta economía para la que lo único que no cuenta es lo humano". (Ernesto Sábato, Antes del fin)
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jueves, 31 de mayo de 2012

La madre mil veces violada y todavía virgen...


La mutilación de Electra

La mutilación de Electra


La poeta Mariela Dreyfus publicó por primera vez en 1984 en medio de un convulsionado patio de letras sanmarquino, después de haber pertenecido al legendario grupo Kloaka e inscribiéndose en la poesía de los marcados ochentas en los que la sexualidad y la calle hervían en poéticas de neón.

Su poemario Memorias de Electra fue para muchos un cuestionamiento a la sexualidad establecida -descubrimiento-, pero sobre todo la gran emergencia de una chica de 22 años que recurre a la violencia a través del lenguaje.

Conversar con ella -tanto tiempo después de la aparición de su propia Electra-, ya no nos conduce únicamente al patio de...
letras y a los talleres de San Marcos, a las avenidas y descampados en los que se tomaron las clásicas fotos del grupo Kloaka, ni al viejo Wony, bar típico de los estudiantes y poetas; sino a un lugar mucho más apacible, su último poemario Morir es un arte.

En este escrito la piel ochentera cayó del cuerpo que ya no atraviesa el mundo u obtiene de él sensaciones espasmódicas, sino que recibe la enfermedad y la muerte reposadas en la figura de la madre, quizá el último cuerpo dentro de su poética que nos traduce lo que fue realmente la Electra que construyó en su primer libro.

Esto nos permite preguntar por la verdadera poesía que llamaron poética del cuerpo o de la mujer bajo la influencia y mal uso del discurso que heredó María Emilia Cornejo –la muchacha mala de la historia- después de su suicidio, y el mito de unos cuantos poemas que no se publicaron sino hasta el 86.

Descender las escaleras del hotel/ y que las cosas vuelvan a su antiguo espesor/ Este placer ya ha sido pagado/ todo es dinero todo se vuelve papel moneda/ el goce es dejado sobre sábanas prestadas./ Frente al espejo de la entrada/ aliso mis cabellos/acomodo mis senos/ al lado de mi muchacho/ tímido como siempre en el primer abrazo./ El regreso a casa es solitario/ y debo esconder mis pasos,/ el olor que sorprenda a mi madre/ mil veces violada y todavía virgen/ (Poema Post coitum, de Memorias de Electra).

“Hacer el amor en los hoteles Lima y decirlo así porque sí, nos daba, quizá, la experiencia de la marginalidad que buscábamos como generación y que pasaba por el encuentro carnal. Post Coitum habla de eso, de agenciarse un telo no solo por el acto en sí, sino por ir en contra de lo que se nos había establecido. Te hablo de hace treinta años, no era tan simple como ahora”, dice Mariela riendo. Sin embargo en su poema no solo habla de encuentros carnales en lugares clandestinos, sucios y baratos en una ciudad dislocada como lo era Lima por esos años, sino que permite ver de cerca otro de los orígenes de la poesía “escrita por mujeres” de los ochentas.

Sumándose quizá a esa tradición de la que tanto se habla, con la que tanto se pelea, y cuyo eje pareció ser el cuerpo, tantas veces negado por las nuevas generaciones, Mariela Dreyfus se convierte en una matricida dentro de su propio discurso reconociendo en la sexualidad de la madre la inutilidad de los roles femeninos que tanto despreciaban las muchachas en plena liberación de su lenguaje y sexualidad.

Acaso la poesía de los ochenta que abarca al cuerpo pasa por la negación de la situación social de la madre, por el cuestionamiento y finalmente el no querer ser igual dentro del espacio familiar y social en el que la mujer está sujeta en su sexualidad y decisiones.

Cuando Carmen Ollé publicó Noches de adrenalina en el 81, el discurso del yo femenino a través de su poética se abrió como una brecha. Hablar de caca (La caca es tan poderosa como un pequeño complejo, cito uno de sus versos), hongos vaginales causados por el parto y repuestos dentales impagables, además de los ya citados encuentros carnales, psicoanálisis e histeria, convirtieron su libro (genial, además por su calidad literaria) en un manifiesto y se le reconoce hasta hoy como una voz telúrica, un momento importante de la literatura con temática femenina.

Sobre esto Mariela comenta: “No creo que a Carmen le guste el rol de mentora generacional que le han otorgado. Creo que es exagerado. Ella amplió las fronteras de lo decible, fue más allá del lirismo y afirmó algo rotundo e importante en su poética, pero fue una compañera de ruta. Noches de adrenalina se publicó en el 81. Ya en el 78, Rocío Silva Santisteban, Patricia Alba, Dalmacia Ruiz Rosas, entre otras poetas, publicaban en plaquetas y revistas. Te hablo de tres años antes y la temática seguía siendo la mujer y la sexualidad. Lo que hubo en los ochentas fue una coincidencia generacional de estilos, varias voces de mujeres hablando del cuerpo femenino”, dice, y define así a su generación poética.

ESE CUERPO EXISTE
La madre mil veces violada y todavía virgen como en el poema de Mariela Dreyfus, pudo ser ese lugar abandonado en que las mujeres construyeron su poética a través de la negación. Esta Electra, treinta años después, se encuentra con la muerte de su personaje interpelado, para hallar quizá la verdadera fisura de una generación y asumir que la figura materna suele ser laberinto de las más duras construcciones poéticas donde para reconocer a la bestia hay que mirarse al espejo y romperlo con la frente.

Toda esa violencia entonces proviene entre otras cosas de la madre, y de el hecho de reconocer en ella a la mujer que se ha negado a sí misma, carente de lenguaje y sin poder ejercer su sexualidad. Entonces será el muro materno sobre el que caerá toda clase de sustancias vivas y muertas, culpas, juicios, palabras, o una cabeza rota que escribe entre círculos infernales para hablar de ternura y ser alter ego de lo que más ama y de lo que más odia también. ¿Y quién es? Ella, nuevamente la madre frente al espejo, y para terminar en pedazos.

CECILIA PODESTÁ: cpodesta@diario16.com.pe

Fuente: http://diario16.pe/noticia/16461-la-mutilaciaon-de-electra

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