Por: Daniel Parodi Revoredo
Aproximadamente dentro de un año los jueces de la Corte Internacional
de Justicia de La Haya emitirán su fallo acerca de la demanda
interpuesta por el Perú, con la finalidad de delimitar su frontera
marítima con Chile. A estas alturas las posiciones son de sobra
conocidas, para Chile, el paralelo geográfico es el límite binacional,
posición que le resulta muy conveniente porque, de ese modo, accede a
200 millas de dominio marítimo desde el inicio de su territorio
soberano. Al contrario, el Perú propone la media equidistante entre...
el
paralelo geográfico y la perpendicular que se proyecta desde su frontera
con Chile hacia el Océano Pacífico. De esta manera, la repartición del
mar entre ambos países resultaría equitativa.
Conocido el proceder del Tribunal de Justicia de La Haya en casos
análogos, lo más probable es que en 2013 tengamos un fallo dividido, en
el cual el Perú obtendrá una parte de lo que reclama y Chile mantendrá
la otra. También son posibles otras opciones, como compartir espacios o
recursos marítimos en zonas específicas. Aunque siempre existe la
posibilidad de un fallo maximalista; es decir, totalmente favorable a
una de las dos posiciones, esta parece remota. En realidad, ambas partes
debemos hacernos a la idea de que el fallo buscará solucionar el
diferendo a través de un arreglo intermedio.
Así las cosas, el verdadero desafío que nos impone la sentencia de 2013
es lograr acuerdos bilaterales, previos a su emisión, e informarla con
madurez para evitar que las poblaciones reaccionen emocionalmente, como
si se tratase de ganadores y perdedores en una competencia deportiva. Es
por ello que creemos que su anuncio también debe ser bilateral; es
decir, en presencia de los dos presidentes en el mismo acto oficial. Por
utópica que parezca, esta es la forma responsable no solo de informar
el resultado del juicio sino de crear un potente símbolo de la amistad
peruano-chilena, el que deberá convertirse en el primer paso para por
fin iniciar una etapa más sana y descontaminada de las relaciones
binacionales.
Ciertamente, un gesto como el propuesto necesita masa crítica pues -en
tanto que tal- la amistad entre los estados no existe; más bien, se
sostiene en intereses. Pero incluso a ese nivel, las condiciones están
dadas. En una coyuntura regional enrarecida por gobiernos que vienen
endureciendo sus posturas nacionalistas, el Perú y Chile, junto con
Colombia, apuestan por el libre comercio y la concurrencia a la
globalización, a lo que se le suma las inversiones bilaterales, las que
han generado ya una gran complementariedad entre ambas economías.
El juicio de La Haya ha generado comprensibles fricciones entre las
partes; pero visto en perspectiva, es una oportunidad de iniciar una
nueva etapa de las relaciones bilaterales a través de la aplicación de
una impostergable política de la reconciliación para cerrar las heridas
del pasado y de proyectos dirigidos a promover el desarrollo económico
conjunto. Peruanos y chilenos nos merecemos –hace rato – una relación
basada en la confianza. Comencemos a trabajar en ello.
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Fuente: http://diario16.pe/noticia/16283-la-haya-a-un-aano-del-fallo
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