Por: Pablo Quintanilla
En un artículo publicado en el diario La Razón (26/5/2012), titulado
“Quo vadis Garatea”, Alfredo Gildemeister lamenta que ciertos
periodistas “opinen con desparpajo” y “desinformen” sobre el caso
Garatea. Gildemeister tiene razón, aunque su artículo se
autoejemplifica. Veamos:
1- Según él son periodistas “caviares” que “no pisan una Iglesia”.
Pregunto: ¿Todos son caviares?¿Cómo sabe que no pisan una Iglesia? ¿Los
sigue? ¿Conoce el interior de sus conciencias? Pero asumamos que sea
verdad. ¿El no pisar una Iglesia los inhabilita moral o intelectualmente
para opinar sobre...
un problema que ya es público?
2- Dice que Garatea “no ha sido suspendido. Simplemente no se le han
renovado sus licencias ministeriales en Lima”. Lo presenta como si, de
vez en cuando, a un sacerdote le tocara que no le renueven sus licencias
ministeriales, para que se tome un sabático.
3- Dice: “La Iglesia no es una democracia donde todos opinan e
interpretan lo que les da la gana sobre temas que no son opinables.”
Falso: los únicos temas que no son opinables son los dogmas de fe. Todo
lo demás es opinable, en el sentido de que uno puede compartir sus
apreciaciones con los demás, generando intercambio de ideas. Solo así la
Iglesia, que es una obra en construcción, puede seguir creciendo y
madurando. Más allá de eso, no comentaré su reveladora concepción de la
democracia.
4- Dice: “Existe un catecismo y una doctrina desde que Cristo vino al
mundo, que debe respetarse si uno es católico”. Falso: ni el catecismo
ni la doctrina fueron creados por Cristo, ambos son muy posteriores y se
han ido modificando a lo largo de la historia.
5- Dice: “Garatea ha emitido reiteradas opiniones abogando sobre la
unión civil de homosexuales, que la Iglesia siempre ha rechazado.” Una
cosa es el matrimonio religioso y otra la unión civil. La unión civil
simplemente garantiza los derechos jurídicos de las personas, no es un
sacramento. No solo Garatea tiene todo el derecho de opinar sobre ello
sino que, además, preocuparse por las condiciones de vida de los
homosexuales es más cristiano que ignorarlos.
6- (Garatea) “ha alentado el matrimonio de sacerdotes diocesanos
atentando contra el celibato que establece la Iglesia.” Falso: la
Iglesia católica romana sí acepta sacerdotes casados, como los
sacerdotes anglicanos que se convierten al catolicismo; siendo
sacerdotes con todas sus funciones, siguen viviendo en matrimonio.
Además, la Iglesia católica romana del rito oriental, que también
obedece al Papa, tiene sacerdotes casados. Adicionalmente, el celibato
se planteó recién en el primer concilio de Letrán, en 1123, y solo se
hizo definitivo en el concilio de Trento, en 1563. Es decir, a lo largo
de la historia de la Iglesia, más tiempo se ha permitido el matrimonio
de los sacerdotes del que se ha exigido el celibato.
Concuerdo con Gildemeister. Si uno opina sobre estos delicados temas,
tiene que estar documentado y no puede desinformar a los lectores.
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